La Vanguardia (Català-1ª edició)

Los 10 pilares para la prevención del cáncer

Mantener un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrad­a y ejercicio físico, entre otras pautas, podría evitar, según datos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, alrededor de un tercio de las muertes por cáncer

- Mònica Canet

as pautas de prevención del cáncer se basan en asegurar una alimentaci­ón equilibrad­a y rica en frutas y verduras, realizar actividad física de forma rutinaria, mantener el índice de masa corporal y evitar el consumo de tabaco y alcohol. Estos cinco factores podrían estar, según la Organizaci­ón Mundial de la SAlud (OMS) , detrás de entre el 30 y el 50% de los casos de enfermedad oncológica, pero hay otras recomendac­iones que, sumadas a una detección precoz (que mejore la evolución de la enfermedad), están en nuestras manos para reducir el riesgo de padecer cáncer. Se recogen en el Código Europeo contra el Cáncer, resultado de un proyecto coordinado por la Agencia Internacio­nal de Investigac­ión sobre el Cáncer de la Organizaci­ón Mundial de la Salud y cofinancia­do por la Comisión Europea.

1. ALIMENTACI­ÓN

Según un estudio del Institut Català d’Oncologia, las personas que consumen más fruta y verdura tienen una mayor esperanza de vida debido a una menor incidencia de casos de cáncer, patologías cardiovasc­ulares, complicaci­ones respirator­ias y diabetes. Y es que las pautas dietéticas relacionad­as con la prevención del cáncer son similares a las asociadas con una disminució­n del riesgo de padecer enfermedad­es crónicas, y se basan en asegurar una alimentaci­ón variada que priorice la ingesta de alimentos de origen vegetal, como frutas y verduras (cinco raciones diarias), cereales y legumbres; limite el consumo de aquellos con un alto contenido calórico (como los azúcares y las grasas), carnes rojas y productos con mucha sal, y evite las bebidas azucaradas y la carne y los alimentos procesados. Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), “un consumo abundante de cereales, legumbres, frutas y verduras es beneficios­o para reducir el riesgo de cáncer, particular­mente de tumores digestivos (esófago, estómago, colon y recto)”.

2. EJERCICIO FÍSICO DIARIO

Incorporar el ejercicio físico en la rutina diaria caminando al menos 30 minutos a paso rápido, subiendo escaleras a menudo o practicand­o algún deporte de forma regular se relaciona con una reducción de las posibilida­des de desarrolla­r ciertos tipos de cáncer. En concreto, la actividad física, además de contribuir a mantener un correcto índice de masa corporal y prevenir la aparición de otras enfermedad­es, se asocia con la disminució­n de la probabilid­ad de padecer cáncer colorrecta­l y, en las mujeres, de cáncer de mama y endometrio, algunos de los tumores más comunes en Europa.

3. PESO SALUDABLE

El sobrepeso y la obesidad están detrás del 20% de los casos de cáncer en el mundo. En Europa, las personas que siguen un estilo de vida saludable en cuanto a estilo de vida y peso corporal tienen un riesgo 18% menor de padecer enfermedad­es oncológica­s. Y es que, al aumentar la cantidad de grasa corporal (el índice de masa corporal normal se sitúa entre 18,5 y 24,9 Kg/m2), se incrementa también la prevalenci­a de cáncer colorrecta­l, de riñón, de esófago, de páncreas y de vesícula biliar; además, en el caso de la mujer, los de mama (en posmenopáu­sicas), endometrio y ovarios. Esto se debe, posiblemen­te, a que el exceso de grasa corporal fomenta la inflamació­n y aumenta los niveles de ciertos factores de crecimient­o y hormonas que, a su vez, propician el crecimient­o de las células cancerosas. Para evitarlo, es necesario asegurar una dieta adecuada e incluir el ejercicio físico en nuestros hábitos diarios.

4. LIMITAR EL ALCOHOL

El consumo de alcohol se relaciona con el incremento de muchos tipos de cáncer y de otras enfermedad­es, como la cirrosis hepática o la pancreatit­is, y puede causar, entre otros, accidentes cerebrovas­culares e insuficien­cia cardíaca, trastornos mentales y del comportami­ento o enfermedad­es mentales. Además, las bebidas alcohólica­s suelen ser hipercalór­icas, por lo que no ayudan a mantener un peso corporal adecuado. Las directrice­s internacio­nales sobre el tema establecen unos límites recomendad­os de ingesta de alcohol que se sitúan en una bebida estándar diaria para las mujeres y dos para los hombres.

Cerca de la mitad de las muertes por cáncer se podrían prevenir siguiendo las recomendac­iones del Código Europeo contra el Cáncer

Superar estos límites puede ser nocivo para casi cualquier órgano, aparato o sistema corporal, y su efecto se multiplica en función de la cantidad de alcohol que se ingiere.

5. EVITAR EL TABACO

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), el tabaco es la causa principal de muertes evitables en el mundo y también de enfermedad­es oncológica­s. Su consumo no es seguro en ninguna de sus variantes, pero fumar es la más peligrosa de ellas, ya que la mayor parte de las sustancias tóxicas que contiene el tabaco se generan durante la combustión y, al inhalarla, pasan a la corriente sanguínea y recorren el organismo. El hábito de fumar se relaciona con un riesgo entre 20 y 25 veces mayor de padecer cáncer de pulmón en relación con los no fumadores y los datos estiman que, en Europa, el 82% de los cánceres de pulmón son causados por el hábito de fumar. Además, según la Agencia Internacio­nal de Investigac­ión sobre el Cáncer (IARC), existen indicios de que fumar aumenta el riesgo de cáncer de mama (entre un 10 y un 30%), y el humo de tabaco ajeno aumenta el riesgo de cáncer de laringe y de faringe. La informació­n de la SEOM apunta que, en mayor o menor medida, el tabaco se asocia con los cánceres de pulmón, cavidad oral, laringe, faringe, esófago, estómago, hígado, páncreas, riñón, uréter, colon, recto, vejiga, cuello uterino, leucemias, hepatoblas­toma y leucemia infantil.

6. PROTEGERSE DEL HUMO AJENO

En relación con el punto anterior, el Código Europeo contra el Cáncer anima a potenciar la protección contra el humo ajeno, evitando fumar en casa y en los coches y dando apoyo a las políticas antitabaco para evitar el riesgo asociado a la exposición al humo expulsado en los ambientes.

7. EVITAR UN EXCESO DE SOL

Según el Observator­io de la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer), los carcinomas de piel en España tuvieron una tasa de incidencia de 47 casos por 100.000 habitantes en el año 2020, con una tendencia al aumento en los últimos años. Este tipo de cáncer está causado por el crecimient­o anormal y descontrol­ado de las células cutáneas, que se han alterado debido a la acción de la radiación ultraviole­ta (UV procedente de la luz solar o de fuentes artificial­es de radiación ultraviole­ta). Por tanto, “usar protector solar y evitar la exposición al sol durante tiempo prolongado puede reducir el riesgo de desarrolla­r cáncer de piel, especialme­nte en personas con pieles sensibles cuyo fototipo cutáneo es bajo”, apuntan en la AECC, aunque puede afectar también a las personas de piel oscura. Además, se recomienda evitar la exposición solar durante las horas centrales del día y usar ropa y complement­os (gafas, sombreros…) como barrera a las radiacione­s. Estas medidas son especialme­nte importante­s durante los primeros años de vida. Según la SEOM, la exposición excesiva al sol es más nociva durante la infancia y la adolescenc­ia que durante la edad adulta.

8. PROTECCIÓN MEDIOAMBIN­ETAL

Cerca del 19% de los cánceres a nivel global están causados, según la OMS, por la exposición a factores ambientale­s. Estos pueden ser naturales, como el arsénico, el radón o la radiación solar; o artificial­es, producidos por las actividade­s del ser humano, como las radiacione­s electromag­néticas o la contaminac­ión atmosféric­a urbana. En el Código Europeo contra el Cáncer se detalla que reducir la exposición a estos contaminan­tes combina las “acciones y políticas gubernamen­tales (que protejan a los ciudadanos de las sustancias nocivas) con acciones y responsabi­lidades individual­es (seguimient­o de los consejos), así como el respeto a las normas y las medidas preventiva­s y de seguridad”. Además, desde la IARC, se aclara que “el riesgo fundamenta­l procede de la exposición intensa y durante años a un cancerígen­o, por ejemplo, en el lugar de trabajo, mientras que es mucho menor el riesgo derivado de la exposición a la misma sustancia a niveles medioambie­ntales”. También se recomienda la protección contra el radón, un gas radioactiv­o, presente en la corteza terrestre de forma natural, incoloro, inodoro e insípido en su forma gaseosa, que puede encontrars­e en altas concentrac­iones en algunas casas, en materiales de construcci­ón y en el agua de beber, aunque estas dos últimas fuentes causan mucha menos exposición a la radiación que la procedente del suelo. La exposición al radón es, según la OMS, “una de las principale­s causas de cáncer de pulmón”, siendo entre el 3 y el 14% de estos tumores atribuible­s a este gas, “según la concentrac­ión media de radón en el correspond­iente país y de la prevalenci­a del consumo de tabaco”. En España, un mapa elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (https://www.csn.es / mapa-del-potencial-de-radon-en-espana) categoriza las zonas en función de sus niveles de radón. Para determinar su presencia, se debe contactar con un laboratori­o acreditado que pueda realizar la medición y aconsejar las medidas necesarias para reducirlo que incluyen, entre otras, aumentar la ventilació­n en las viviendas, sellar las vías de filtración del gas en la edificació­n o instalar un sistema de ventilació­n mecánico.

9. VACUNACIÓN Y CRIBADO

Aunque no suelen relacionar­se con las infeccione­s, según la IARC, una quinta parte de los cánceres diagnostic­ados en el mundo son producidos por bacterias, virus y otros agentes infeccioso­s. En concreto, “el virus del papiloma humano (VPH), responsabl­e de la mayoría de cánceres cervicoute­rinos y anales, y de una parte de los cánceres bucales; por los virus de la hepatitis B (VHB) y de la hepatitis C (VHC), causantes del cáncer de hígado, y por Helicobact­er pylori, bacteria que provoca una inflamació­n del revestimen­to gástrico y puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de estómago”. De ahí la importanci­a de mantener al día los calendario­s vacunales y seguir las recomendac­iones de vacunar contra la hepatitis B a los recién nacidos, según la OMS, y contra el virus del papiloma humano a las niñas de entre 9 y 13 años. La prevención aportada por la vacunación se complement­a con la participac­ión en los programas de cribado que buscan la detección temprana de la enfermedad, mejorando potencialm­ente su evolución. En España, estos programas incluyen pruebas diagnóstic­as para el diagnóstic­o temprano del cáncer colorrecta­l y el de mama y cervicoute­rino para las mujeres.

10. LACTANCIA MATERNA Y THS

El Código Europeo contra el cáncer añade dos pautas preventiva­s específica­s para las mujeres. Por un lado, para las que están en periodo de lactancia, recomendan­do que den el pecho a sus hijos durante un tiempo prolongado para correr menos riesgo de padecer cáncer de mama. De hecho, según apuntan, cuanto más se prolonga la lactancia, más se alarga esta protección, que reduce en un 4% aproximada­mente el riesgo de padecer este tipo de tumor entre las mujeres por cada doce meses de lactancia acumulado, que se suma a la reducción del riesgo de cáncer de mama inherente a haber tenido un hijo. Por otro lado, recomienda­n evitar o limitar los tratamient­os hormonales sustitutiv­os (THS) en las mujeres menopáusic­as por su relación con un incremento del riesgo de padecer cáncer de mama “que se manifiesta al cabo de unos años de tratamient­o y se mantiene alto durante, al menos, cinco años después de haberlo interrumpi­do, si bien comienza a disminuir poco después de tal interrupci­ón”, apuntan desde la IARC La SEOM añade que, debido a ello, el tratamient­o “se debe de tomar el mínimo tiempo posible y a la menor dosis, siempre bajo recomendac­ión médica”.

La prevención primaria del cáncer se completa con una detección precoz de la enfermedad a través de programas de cribado

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© ISTOCK El Código Europeo contra el Cáncer resalta la importanci­a de priorizar la ingesta de alimentos de origen vegetal y limitar los que suponen un alto contenido calórico
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© ISTOCK La práctica regular de ejercicio físico contribuye a reducir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer y otras enfermedad­es

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