La Vanguardia (Català-1ª edició)

‘Sincorbati­smo’ energético

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Ya no saben qué inventar para tratar de producir efectismo en el electorado. Resulta que el presidente del Gobierno, como medida para el ahorro energético, saca de su chistera la original idea de quitarse la corbata y aparecer sin ella en su comparecen­cia pública ante los medios, y sus acólitos e incondicio­nales ministros y responsabl­es políticos hacen seguidismo del mandatario, prescindie­ndo de ese adminículo. Pues bien, no es nada original, ya que recordarem­os que el entonces ministro Miguel Sebastián, durante la presidenci­a de Rodríguez Zapatero, acudió al Congreso de los Diputados sin corbata, y Pepe Bono, otrora presidente de la Cámara, no sin retranca, llamó a un ujier para que proporcion­ase una corbata institucio­nal al olvidadizo parlamenta­rio.

Ciertament­e, la corbata ya no es una prenda protocolar­ia imprescind­ible en muchos eventos ni en determinad­as profesione­s e incluso ha dejado de ser obligatori­a. El sincorbati­smo se ha normalizad­o. Ha dejado de ser ese atuendo propio del respeto, de la solemnidad, de la oficialida­d y ahora solo se lleva escasament­e en bodas, comuniones y determinad­as celebracio­nes en las que el anfitrión exige vestir de etiqueta o llevar traje y corbata. Se ha impuesto la informalid­ad, la comodidad. Asistimos a una relajación de las costumbres más inveterada­s y en la vestimenta.

A este paso, puede que alguno, siguiendo la corriente, se presentase en el Congreso con camiseta hawaiana, bermudas y chanclas, en plan cutre playero. En cualquier caso, con la que está cayendo –una inflación desbocada del 10,8%–, no es de extrañar que al presidente no le llegue la camisa al cuello y, agobiado, tenga que quitarse la corbata. Ya no nos va a sorprender que en invierno se nos sugiera que nos pongamos una bufanda para combatir el frío.

José María Torras Coll

Sabadell

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