La Vanguardia (Català-1ª edició)
Ser extranjero
El barrio de las Delicias de Zaragoza es un crisol que acoge el fenómeno de la migración, para generar en pocos metros guetos culturales, lo cual hace erróneamente que sea asociado a percepciones negativas, aquellas que ya sabemos, y no deja ver lo positivo.
Allí existe un supermercado de una cadena francesa que abre 365 días al año. Dicen sus empleados que es el que más vende, pero al mismo tiempo es el más chico. Y esto se debe a que sus clientes, provenientes de América, África y Asia, así como los aragoneses, son compradores asiduos de sus cientos de productos.
En sus pasillos ha sido sorprendente que un cliente haya ido a buscar a una de las cajeras que días atrás le dio mal el cambio. No para reclamarle, no, fue para devolverle 16 céntimos. Este señor migrante de África le rogaba que le aceptara los 16 céntimos.
Otra historia sorprendente es que el vigilante de dicha tienda es un campeón mundial de karate, de origen senegalés, pero él aquí simplemente es un vigilante sin patrocinios, y tampoco es la imagen de nada. Y para cerrar esta insólita visita, en la misma tienda encontramos a dos reponedores. Son un migrante hondureño formado en finanzas que se dedicó a la asesoría financiera y a la banca en su país durante muchos años, y un colombiano, quizá la joya de la corona en cuanto a formación académica, pues tiene un título de doctor, ha escrito libros, es investigador, ha sido catedrático universitario, ha tenido cargos directivos y actualmente estudia un segundo doctorado en España.
Toda una baraja de tesoros ocultos en este particular barrio y dentro de un mismo local atiborrado de clientes y productos. Ellos buscan una oportunidad. El sino de ser migrantes puede ser esa barrera. Solo necesitan alguien que quiera darles la oportunidad.
Sandra Patricia Rodríguez Lamus
Zaragoza