Problemática escolar

Hace ya unos años tuve un niño especial, especial para la sociedad, pero inmensamente grande para mí. Desde el primer día que abrió los ojos, tanto él como yo y la familia hemos luchado por tener una vida normal. Hemos sufrido dificultades, que han sido superadas poco a poco por su tesón y su fuerza. Mi hijo Quim tiene una discapacidad del 75% que se traduce en problemas en la vis- ta (10% de visión) y un retraso psicomotor, lo que hace que su aprendizaje sea más lento y requiera más esfuerzo.

Creo en mi historia, capaz de despertar la solidaridad y devolver la esperanza a un mundo lleno de ellas y que llegue al corazón, que alguien me escuche y me ayude para salir adelante.

Mi hijo inició su andanza escolar en la guardería, siempre adaptada a sus necesidades académicas y motrices. Cursó primaria y fue capaz de llegar a cursar la ESO. Justo ahora acaba la escuela obligatoria, después de estar cuatro años en una ESO adaptada, y nos comunican que no puede seguir ningún ciclo formativo ya que, finalmente, no le darán el título de la ESO adaptada. Me dicen que su salida es un programa de cualificación profesional inicial (PQPI) adaptado, lo que no nos gusta, ya que es sacarlo de la escuela inclusiva en la que siempre ha estado. Después de tocar todas las teclas posibles, me permiten hacer la inscripción en un PQPI normal y nos damos cuenta de que, por la tipología de sus alumnos, tampoco es adecuado para él. No hay otra salida. Con todo lo que hemos luchado por la integración, ¿qué debo hacer ahora? ¿Dónde lo derivo?

El equipo de asesoramiento psicopedagógico, la unidad de soporte de educación especial y el consejo directivo del colegio, órganos para velar por estos niños y la educación inclusiva, se lavan las manos.

Mi hijo quiere y tiene aptitudes para seguir aprendiendo. Que nadie le corte las alas. Sólo quiero respuestas, no quejas. Quiero soluciones de los organismos que representan la educación de nuestros hijos.