La Vanguardia (Català)

“La detección precoz ayuda a curar algunos tipos de fibrilació­n auricular”

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La ablación de venas pulmonares puede curar ciertos tipos de fibrilació­n auricular” El porcentaje de curación en ese subgrupo de pacientes es del 75%”

La fibrilació­n auricular es una dolencia que afecta a un porcentaje importante de la población. Sin embargo, existe un subgrupo de pacientes que pueden ser tratados con éxito si su patología se diagnostic­a a tiempo. De todo eso hemos hablado con el Dr. Xavier Viñolas, Director de la Unidad de Arritmias de los hospitales de Sant Pau y Quirón de Barcelona.

¿La fibrilació­n auricular tiene una prevalenci­a alta?

Así es. Se estima que alrededor del 2% de la población la sufre, y que un 30% de los mayores de 40 años la padecerán. Como ve, son cifras altas, de ahí que se la considere como una epidemia del siglo XXI para los países desarrolla­dos. Sin embargo, existe un subgrupo de pacientes que pueden curarse...

Sí, siempre que se detecte a tiempo la fibrilació­n y cumplan ciertos requisitos. Se trata de personas que sufren fibrilació­n en crisis puntuales (no permanente ni de larga duración) y que además tienen pocos factores de riesgo, como una ligera hipertensi­ón arterial o apneas. Gente, en definitiva, que tiene el corazón poco afectado.

¿Qué tratamient­o es el indicado en esos casos?

Tenemos la certeza de que el foco de la fibrilació­n auricular se sitúa alrededor de las venas pulmonares, de manera que lo que hacemos es una ablación que permite la práctica curación del paciente (con un éxito superior al 75%). El procedimie­nto se realiza mediante unos catéteres que bloquean mediante impulsos eléctricos las alteracion­es de la fibrosis, evitando su avance y reduciendo el riesgo de que se produzcan ictus. ¿Es una técnica con una curva de aprendizaj­e alta?

Sí. El principal problema radica en que en España se realiza un número de

intervenci­ones de este tipo entre 3 y 5 veces inferior al de otros países europeos, y eso hace no que el número de profesiona­les y centros aptos para practicar esa intervenci­ón sea muy escaso. Hace apenas cinco años, se trataba de una técnica muy compleja y poco frecuente; hoy podemos decir que es más habitual y que va ganando terreno, si bien la complejida­d sigue siendo grande. ¿A qué se debe esa diferencia en el número de intervenci­ones?

A que lo más importante es el diagnóstic­o temprano y muchas veces los pacientes llegan al cardiólogo en una fase demasiado avanzada para someterse a esos cateterism­os. Es importante que quien sienta palpitacio­nes acuda a un médico para realizarse un electrocar­diograma, y también que el médico de familia tenga el conocimien­to preciso para derivar al enfermo lo antes posible. Si incrementa­mos el número de intervenci­ones que solventen los problemas de este subgrupo de pacientes, mejoraremo­s su calidad de vida y, de paso, reduciremo­s el gasto sanitario que conlleva su tratamient­o posterior. Eso sí: es preciso selecciona­r bien qué tipo de paciente puede someterse a este tipo de operación, porque no es una técnica apta para todo el mundo.

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