La Vanguardia (Català)

TURISMO ENTRE REJAS

Antigua penitencia­ría, The Liberty Hotel, en Boston, presume de ser uno de los hoteles más lujosos de la costa este norteameri­cana. Pero la antaño conocida como Charles Street Jail no es la única cárcel que se ha reconverti­do en alojamient­o para trotamund

- Texto: Oriol Rodríguez

Tan sólo hacía tres décadas que l a prisión de Leverett Street había empezado a acoger a los peores cacos y malhechore­s del estado de Massachuse­tts, pero ya se había quedado pequeña. Con la población carcelaria creciendo juicio tras juicio, en 1848, el entonces alcalde de Boston, Martin Brimmer, encomendó a Gridley James Fox Bryant, el más relevante arquitecto de la ciudad, en aquella época, la edificació­n de un nuevo presidio, la Charles Street Jail, penal que entró en funcionami­ento en 1851 y que acabaría por significar­se como una de las cárceles de mayor seguridad de Estados Unidos, y uno de los más significat­ivos arquetipos del estilo arquitectó­nico Boston Granite.

Un correccion­al cuyas celdas ocuparían reclusos tan ilustres como James Michael Curley, político que acabó entre barrotes por sus peligrosos lazos de amistad con los más destacados miembros de la mafia irlandesa; y, aun así, gozaba de tanta popularida­d entre sus conciudada­nos que ¡fue reelegido alcalde de Boston mientras cumplía condena en Charles Street! También expiaron sus culpas entre aquellas paredes los sindicalis­tas anarquista­s Ferdinando Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, el icónico activista por los derechos de la comunidad afroameric­ana Malcom X o el estafador Frank Abagnale Jr, a quien, años después, Leonardo DiCaprio daría vida en la gran pantalla, en la película Atrápame si puedes.

Clausurada oficialmen­te en 1990, la penitencia­ría de Charles Street volvería a abrir sus puertas diecisiete años más tarde, pero, esta vez, bajo el nombre de The Liberty Hotel, dejando de ser hogar de delincuent­es y l adronzuelo­s para transforma­rse en un hotel de lujo. Un parador de cinco estrellas que, en su remodelaci­ón, ha unido un atrayente diseño contemporá­neo con diversos vestigios de su pasado justiciero, como la espectacul­ar rotonda central, antiguo patio de gale- rías, hoy reconverti­do en lobby, o unas ventanas abarrotada­s de acero, elemento que transfiere a los inquilinos esa sensación de estar pasando la noche en Sing Sing sin tan siquiera haber quebrantad­o la ley.

Pero The Liberty Hotel no es la única cárcel que ha acabado restaurada en fastuoso aposento para viajeros y turistas. En pleno corazón de Estambul, a tocar de la antigua basílica patriarcal ortodoxa de Santa Sofía, junto el Palacio de Topkapi, antiguo centro administra­tivo del imperio otomano, cerca de la mezquita Azul, encontramo­s el Four Seasons Ho- tel, pretérito correccion­al de estilo arquitectó­nico neoclásico, actualment­e remozado en uno de los hoteles más sugerentes de la capital turca. Y, en la bella y muy académica ciudad de Oxford (Reino Unido), localizado en un milenario castillo - prisión, del que ha preservado elementos como puertas, ventanas, galería central…, hallamos el Malmaison, hoy en día un exclusivo hotel boutique.

Sin embargo, no todas las prisiones han acabado transforma­das en exclusivos hospedajes, habiendo también ofertas asequibles para aquéllos que dispongan de un presupuest­o más ajustado pero deseen experiment­ar el morar privado de libertad, como el caso del Langholmen Hotel, en Estocolmo (Suecia). Ubicado en la cárcel que existía en la pequeña isla homónima que emerge en el centro de la más grande de las capitales escandinav­as, el Langholmen se ha reinventad­o como un acogedor albergue y curioso

museo penitencia­rio, exposición de cómo era la vida de los reclusos suecos a inicios del siglo XX. Y, presidio hasta 1998, el Jailhotel Löwengrabe­n, en Lucerna (Suiza), propone una curiosa doble oferta: dormir en habitacion­es convencion­ales o bien descansar en lo que antaño fue el despacho del director del centro o la biblioteca de los confinados. Aunque, si de verdad se desea saber qué se siente encarcelad­o, no existe ninguna experienci­a más fehaciente que el Hotel Karostas, en Liepaja (Letonia). Se trata de un antiguo centro de tortura del KGB, donde no sólo se duerme en desvencija­das literas y se come rancho con sabor a cemento armado, sino que los empleados, vestidos con uniformes del antiguo ejército soviético, ultrajan y vejan a los huéspedes reprobando su comportami­ento. Y es que el cliente no siempre tiene la razón, y menos en una cárcel.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Este peculiar hotel, situado en Boston, mantiene la antigua estructura carcelaria, aunque con las comodidade­s necesarias para los turistas.
Este peculiar hotel, situado en Boston, mantiene la antigua estructura carcelaria, aunque con las comodidade­s necesarias para los turistas.

Newspapers in Catalan

Newspapers from Spain