Dejar de fumar
La noticia “Francia eliminará a partir de mayo los logotipos de las marcas del tabaco” (Tenden-
cias, 6/IV/2016) me ha removido muchos sentimientos. Odio profundamente el tabaco, me cuesta entender por qué personas como mi padre deciden libremente consumir un producto que les hace padecer un cáncer de pulmón que acaba con sus vidas. Sin embargo, no confío en la efectividad de la imposición de leyes que perjudican el bolsillo de los fumadores y de algunos sectores del mercado bajo la excusa de hacer el fumar menos atractivo. ¡Basta de hipocresía!
Dejar de fumar no pasa por elevar el precio del paquete de tabaco, sino por políticas eficaces de educación, concienciación y guías prácticas. Este tipo de decisiones dependen exclusivamente de la voluntad del consumidor y no del resultado de exigencias y obligaciones gubernamentales.
Una buena decisión política podría ser destinar íntegramente el dinero de los impuestos del tabaco a la sanidad pública.
EVA NOVÁS
Premià de Mar