Envidia de los franceses
Aunque reconozco que muchas veces no me resultan especialmente simpáticos, hoy, una vez más, he vuelto a sentir cierta envidia de nuestros vecinos franceses.
Recuerdo la primera vez que el presidente Sarkozy acudió al rescate de las azafatas españolas secuestradas en Chad, dejando en evidencia al gobierno español, con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza.
Años después, la sensación se repitió cuando con motivo de los execrables atentados de París todos los franceses se unieron sin fisuras en el duelo entonando su himno nacional con orgullo, de forma espontánea y solemne, en todos los actos de homenaje a las víctimas. Envidia de sus ciudadanos y de sus dirigentes.
Y la última, este jueves, cuando el presidente François Hollande anunció su renuncia a presentarse como candidato a las próximas elecciones; una decisión sin precedentes que dignifica la mediocridad con la que ha ejercido su mandato, y con la que trata de beneficiar a la izquierda gala para evitar que pierda las elecciones.
En este caso, no puedo menos que acordarme de Pedro Sánchez y de cómo, llevado únicamente por su desmedida ambición personal, ha conseguido destrozar al Partido Socialista.
MARÍA SÁNCHEZ
Madrid