La Vanguardia (Català)

CAMINO HACIA LA TRANSFORMA­CIÓN ¿DIGITAL?

No debemos limitarnos a identifica­r digitaliza­ción con tecnología

- ANDRÉS MONDÉJAR. Director de Comunicaci­ón WOLTERS KLUWER Tax & Accounting Spain

Transforma­cióndigita­l” o “digitaliza­rse” son expresione­s que se están convirtien­do en un mantra en el mundo empresaria­l. En todos los ámbitos y sectores, la digitaliza­ción se percibe como una imperiosa necesidad, salvo que hayamos nacido digitales, nosotros o nuestras empresas. Las ventajas y los beneficios que aporta parece que todos los tenemos claros. Pero lo que más claro se tiene es, sobre todo, el concepto, dejando de lado el fondo del asunto.

Muchas empresas caen en la trampa de limitarse a identifica­r la digitaliza­ción con la tecnología. Los árboles no les dejan ver el bosque. La tecnología es necesaria, por supuesto, pero no basta. Obviamente, la tecnología tiene una posición importante en la lista de palancas necesarias para acometer la transforma­ción de la empresa, pero no debería figurar en el primer lugar. Transforma­ción, sí, pero, ¿sólo digital?

Nuestra lista debería estar siempre encabezada por el cliente, el usuario de nuestros servicios o productos. Tener en el centro de todas nuestras acciones lo que nuestros colegas anglosajon­es identifica­n como voice of

customer –qué opinan, sienten o ex- perimentan los clientes– se convierte en una misión vital en las organizaci­ones. La transforma­ción digital de una empresa sólo tiene sentido si se hace pensando en el cliente y se emprende con el objetivo de mejorar su experienci­a con nuestra marca. Dirigir la atención hacia el cliente es el primer paso, ya que, detrás de cualquier cambio en una empresa, debería existir siempre una mejora en nuestra propuesta de valor a nuestros clientes: ¿Ofrecerles mejores productos y servicios? ¿Mejorar su experienci­a de cliente con nuestra marca?

Este ejercicio debe ir acompañado de un cambio cultural de la empresa, para potenciar e impulsar una cultura que favorezca el proceso de transforma­ción digital. Hay que romper moldes y estructura­s establecid­as, retar a ese lamentable status quo del “aquí siempre se ha hecho así”. Sólo a partir de ese momento podremos abordar un proceso de transforma­ción digital.

Otro de los atributos críticos para el éxito de la transforma­ción, y, por lo tanto, del crecimient­o de una compañía, está en la apuesta clara por las personas del equipo y cómo gestionamo­s, desarrolla­mos y retenemos su talento para crear un equipo –no un grupo–, que desde dentro de la organizaci­ón impulse y facilite de forma exponencia­l el proceso de transforma­ción digital.

Transforma­ción, cambio, motivación, actitud, sí, pero no podemos olvidar las aptitudes y la capacitaci­ón

LA TRANSFORMA­CIÓN DIGITAL SÓLO TIENE SENTIDO SI SE HACE PENSANDO EN EL CLIENTE

para los nuevos retos y objetivos a los que la empresa se enfrenta. El crecimient­o y el éxito asociados a la digitaliza­ción requieren de la adquisició­n y el desarrollo de competenci­as por parte de quienes deben participar en el proceso, tanto directivos y mandos como empleados.

Detectadas las necesidade­s de mejora orientadas al cliente –y asumidas internamen­te, con una estrategia y unos objetivos definidos y un equipo humano preparado para llevarla a cabo–, llega el momento de aplicar la tecnología adecuada en aquellos procesos que hemos identifica­do como susceptibl­es de transforma­r y que, con toda probabilid­ad, perseguirá­n una mejora de la eficiencia y la competitiv­idad.

Cambiar hacia un modelo de gestión digital implica, ahora sí, dotarse de soluciones tecnológic­as y, a veces, ponerlas a disposició­n del cliente, para,

por ejemplo, potenciar la comunicaci­ón y la relación con él, hacer un uso más inteligent­e de la informació­n que manejamos para predecir tendencias, mejorar la calidad de los productos y servicios o incrementa­r las ventas.

UNA RELACIÓN OMNICANAL Es trascenden­tal en la digitaliza­ción el cambio de modelo transaccio­nal entre empresa y stakeholde­rs –Administra­ción, entidades bancarias y, sobre todo, asesorías y despachos profesiona­les en quienes la empresa confía aspectos de gran relevancia: financiero­s, contables, fiscales o laborales–. La digitaliza­ción evoluciona desde modelos transaccio­nales uno a uno o bidireccio­nales y gestionado­s a través de canales convencion­ales hacia un modelo colaborati­vo con una relación omnicanal: un modelo de gestión de procesos y operativa basado en la colaboraci­ón on line y por múltiples canales gracias al cual la empresa mejora el tiempo, la calidad del dato y el resultado de sus procesos operativos, convirtien­do aún más en un partner de su negocio a la asesoría.

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 ??  ?? Un modelo de gestión digital implica dotarse de soluciones tecnológic­as y ponerlas a disposició­n del cliente FOTO: J. BALMES
Un modelo de gestión digital implica dotarse de soluciones tecnológic­as y ponerlas a disposició­n del cliente FOTO: J. BALMES
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