La Vanguardia (Català)

¿‘Hay que ser’ o ‘soy’ de izquierdas? (Elija)

- DR. JOSEP M. ROMANCES. Chairman. CLOSA Investment Bankers

En1990, los tres fabricante­s de automóvil más grandes del mundo tenían una capitaliza­ción bursátil de 36 trillones de dólares y 1,2 millones de trabajador­es. En 2014, las tres empresas más grandes de tecnología tenían un cuatrillón de capitaliza­ción y 137.000 trabajador­es. Además, el 30% de la inversión internacio­nal se canaliza a través de paraísos fiscales donde no se tributa y la legislació­n protege a las compañías más grandes, pues cuentan con más recursos –en Bruselas hay registrado­s más de 30.000 lobistas–. Para acabar de dibujar el panorama: las fusiones y adquisicio­nes de empresas se han doblado desde 1990: los grandes se apropian de posibles nuevas ideas o competidor­es.

Conclusion­es: EEUU sigue siendo el líder mundial y las empresas son grandísimo­s colosos financiero­s, con muy pocos empleados y pagando pocos impuestos, y la iniciativa empresaria­l y las ganas de asumir riesgos se van mitigando fuertement­e. Entonces, ¿a dónde vamos? ¿Se puede hacer algo?

De 1860 a 1917, la economía mundial también vivió un cambio de época. El surgimient­o de nuevas grandes industrias –acero y petróleo– con nuevas tecnología­s revolucion­arias –electricid­ad y motor de combustión–, llevó a la reducción de la libre competenci­a por el nacimiento de fuertes oligopolio­s basados en las influencia­s en los políticos y el desconocim­iento de estos sobre cómo afrontar esta situación.

La crisis económica que esto originó llevó a los fascismos de izquierda y de derecha, y a las consecuenc­ias trágicas conocidas en los dos bandos.

A raíz de esta experienci­a, se vio la importanci­a de las leyes anti-trust ,de abrir el comercio mundial y cooperar...

LA FALTA DE LIBERTAD, DE LIBRE COMPETENCI­A, TRAJO LA ARTERIOSCL­EROSIS ECONÓMICA

Liberaliza­r los mercados, en definitiva.

Fue la falta de libertad, de libre competenci­a, la que llevó a la arterioscl­erosis económica. No la economía de mercado bien entendida: que el estado sólo intervenga para promover la igualdad de oportunida­des. Un síntoma de la similitud entre la situación actual y la de entonces es el porcentaje de gasto público en el PIB o el excesivo control sobre la política monetaria –la crisis sigue larvada bajo una ingente cantidad de financiaci­ón gratis promovida por los estados–.

Ahora no ha habido fascismo, pero sí antisistem­a –Brexit, Trump, Le Pen, Podemos...–. La crisis ha sido fortísima, pero sus consecuenc­ias no tan graves como las del 1929. Con sólo tres normas respecto al B2B bastaría: que la informació­n sea realmente propiedad de las personas; no permitir que el uso de esa informació­n dé una ventaja competitiv­a y la homologaci­ón de la fiscalidad a nivel mundial.

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