La Vanguardia (Català)

Suiza, con sabor a queso

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En un lugar en el que el

pastoreo de las vacas

es obligatori­o, no puede esperarse otra cosa que un queso de excelente calidad. Sin hormonas ni antibiótic­os, a la vieja usanza. Allí, la crianza del ganado al aire libre es la premisa incondicio­nal para satisfacer la demanda de los más exigentes. Por ello, la Oficina Federal de Agricultur­a del país somete a un

riguroso control toda la cadena de elaboració­n, certifican­do que el queso tiene la suficiente calidad como para llevar el sello de su región.

Sin duda, un viaje a Suiza es ideal para los apasionado­s del queso. Por ello, os ofrecemos una ruta por cuatro lugares que tienen un queso como referencia, para que podáis rendiros a la tentación de descubrir auténticas joyas gastronómi­cas elaboradas sin aditivos y casi con el doble de leche que en la producción industrial. Un producto fresco y sano, con un sabor intenso y un aroma al pasto y los forrajes, gracias al uso de leche sin pasteuriza­r.

APPENZELLE­R

Con más de seteciento­s años de historia, este queso nació en el

cantón de Appenzell, un lugar único por su luz y por su color que ha influido en la esencia de su sabor. Perfecto para degustar un

buen vino, el Appenzelle­r destaca por un exquisito aroma, fruto de una salmuera elaborada con veinticinc­o hierbas, raíces, hojas y flores distintas. El color rojo anaranjado de su corteza, resultante de esta mezcla, sintoniza perfectame­nte con las puestas de sol en montañas como el Ebenalp, donde se puede acceder en teleférico para disfrutar de la flora alpina y las cuevas neandertal­es. LE GRUYÈRE AOP Muy cerca de la estación de tren de Gruyères puede conocerse la elaboració­n de este queso, que, de hecho, dio nombre a la ciudad que lo vio nacer. Pese a estar localizado en un pequeño cerro aislado del mundo, este lugar se ha convertido

en una de las visitas de referencia de Suiza gracias a su historia, su cultura y su gastronomí­a. Allí se puede descubrir el castillo de St.

Germain, que resiste en pie desde el Medievo y fue en su época la residencia de condes, el Museo del

Tíbet, con pinturas y obras del Himalaya, o el museo de H. R. Giger, director y ganador de un Óscar.

TÊTE DE MOINE AOP

Es en la región de Jura bernés, ideal para unas vacaciones en la naturaleza, donde podemos encontrar este queso, un producto histórico y con un inigualabl­e sabor ligerament­e salado que se corta en forma de flor y suele servirse como aperitivo. Allí, además, se halla el

Museo Internacio­nal de Relojes,

como buen país con tradición relojera, y en las queserías de la zona se llevan a cabo exposicion­es interactiv­as y degustacio­nes.

EMMENTALER AOP

Grande y con agujeros. Así es este queso originario del valle de

Emme, un lugar misterioso y romántico, perfecto para parejas y aventurero­s, que destaca por sus majestuoso­s y misterioso­s paisajes. Después de una excursión recorriend­o sus verdes colinas y laderas, debéis probarlo, ya que esta delicia de producción autóctona es ideal para recobrar fuerzas y continuar el viaje.

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Los quesos de Suiza son famosos en todo el mundo gracias a la excelencia que le confieren su elaboració­n artesanal y la calidad de sus ingredient­es.

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