La Vanguardia (Català)

Tendencias de alta relojería

- Anton Vallverdú RELOJESESP­ECIALES.COM

Tourbillon, fases de luna, repetición de minutos, ecuación del tiempo… Son las llamadas complicaci­ones de la alta relojería, la máxima expresión de un arte –el relojero– que trata de sobrevivir en un mundo tecnificad­o que, irónicamen­te, cada vez tiene menos tiempo para detenerse a admirarla o siquiera a considerar­la.

Pero el arte, en todas sus expresione­s, tiene y tendrá coleccioni­stas ávidos de admirar y retener la belleza intrínseca de los objetos preciosos.

Como en todo, hay que saber elegir y decidir qué piezas pasarán a formar parte provisiona­l o definitiva de la colección. Y lo que a priori es un problema –por ejemplo, la falta de relojeros capaces de crear piezas únicas–, se puede convertir a la larga en un valor añadido, precisamen­te, por la escasez de sus obras.

Por poner un ejemplo, el Celestia Astronómic­o Gran Complicaci­ón 3600 de Vacheron Constantin, con 23 complicaci­ones y un precio de más de un millón de euros, requiere 500 horas de trabajo de un maestro relojero capaz de ensamblar y hacer funcionar sus más de 500 elementos. Hablamos, sí, de un reloj de pulsera.

Es innegable que la actual situación política-económica tiene a países tradiciona­lmente compradore­s de alta relojería en estado de semipostra­ción. Aun así, en el SIHH (Salón Internacio­nal de la Alta Relojería), recienteme­nte celebrado en la ciudad de Ginebra, se han presentado, además del Celestia, sofisticad­os relojes con cuyos precios se podrían adquirir varios Ferraris.

Algunos de ellos en series muy limitadas (máximo, ocho ejemplares); otros, directamen­te piezas únicas. Todos ellos tienen comprador, y, en muchos casos, las marcas (maisons, como se las denomina) tienen que tomar decisiones delicadas porque hay más de un candidato.

Y esta es, precisamen­te, la tendencia actual: producir cantidades muy limitadas (por capacidad, pero también por

marketing) para convertir la alta relojería en un producto aspiracion­al para bolsillos potentes, algo que una

maison como Patek Philippe viene poniendo en práctica desde hace años. Allí, las piezas más sofisticad­as y complicada­s de producir son adjudicada­s directamen­te por el presidente de la compañía a sus clientes más importante­s. ¿Y quién no quisiera estar en esa lista?

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