El lector exposa La solidaridad europea
El experimento de unión de naciones más exitoso de la historia de la humanidad empezó con el fin de evitar una tercera guerra mundial. Pusieron en común el carbón y el acero, elementos esenciales en aquellas batallas, y crearon un mercado común donde las mercancías eran vendidas y compradas sin aranceles e impuestos. Los países más pobres que iban ingresando después de cumplir férreas normas democráticas, económicas y comerciales gozaban de fondos de solidaridad para desarrollar las infraestructuras, para pasar de una economía agrícola a una de servicios y convertirse en países aptos para competir en el mercado europeo.
El componente solidario era evidente cuando comprobabas que Alemania daba mucho más de lo que recibía y que la icónica reunificación alemana fue un milagro soportado y sufragado por todos los países comunitarios de entonces. La ayuda humanitaria a terceros países siempre ha sido larga y cuantiosa, como corresponde a países ricos frente a desfavorecidos. Ahora toca ser solidario con la catástrofe humanitaria de las migraciones masivas en el Mediterráneo y aceptar un número de refugiados y asilados repartidos por toda la Unión Europea que desinfle la presión de los países limítrofes con Siria, Grecia e Italia. El Tribunal Supremo de derecho comunitario procesa a Hungría, Eslovaquia y Polonia por escapar del justo reparto de cargas y no aceptar refugiados. Cuando el centro y el este de Europa se desangraban los nudillos aporreando la puerta de la Europa comunitaria para que les dejase entrar, esta fue solidaria. Ahora los recién llegados deben demostrar lo mismo con terceros países de Medio Oriente y el norte de África que no serán Europa, pero que son hermanos y están mucho más cerca de lo que nunca soñamos.
LUIS PERAZA PARGA
Kansas City (Misuri)