El lector exposa

Educar a los hijos

No puedo estar más de acuerdo con la lectora Vicky Suller (“Enseñar a respetar”, 04/IX/2017). Esta tendencia a la tolerancia extrema a todo lo que hacen los niños se viene dando desde hace unos cuantos años. Tengo cuatro hijos entre 19 y 28 años, y sé de qué hablo. El esfuerzo como padres ha sido educarlos lo mejor posible. Hemos hecho (su madre y yo) foco en el respeto, por lo propio y por lo ajeno, en el respeto a los demás, y a sí mismos. Hemos procurado formarlos para que tengan criterio, y no sólo conocimientos, y lo hemos hecho intentando ser lo más explicativos y razonables posible, pero sin obviar que educar no es consentir por norma. Que supone aplicar disciplina. Que hay que saber decir que no. Que educar no es un paseo de rosas donde todo es bonito e idílico. Que educar es, en cierto modo, dar forma a un carácter, lo que supone no pocas tensiones en la relación. No ha sido tarea fácil. Y la sociedad, en su contexto actual, no nos lo ha puesto nada fácil. No hay que olvidar que los niños de hoy son nuestros mandatarios de mañana. Cuanto peor educados estén, en cualquiera de los ámbitos, peor nos irá. Pero, por de pronto, resulta intolerable e insoportable ver no sólo a los niños maleducados que gritan, rompen, ensucian, responden sin educación, o ponen el móvil a todo volumen en espacios compartidos, sino, a unos padres que no saben serlo, y que dejan que sus hijos campen por sus fueros mientras ellos se dedican a hacer el aperitivo, mirar el móvil o cualquier otra distracción.

Los padres que de verdad queremos educar parece que vayamos a contracorriente.