La Carta Magna
“La Constitución debe respetarse en su integridad. No hay vías al margen de ella”. Las palabras de Miquel Roca dando su opinión sobre su hipotético cambio son correctas mientras no reflejen un canto al inmovilismo.
Los miembros que trabajaron en la redacción del texto constitucional crearon unas normas que fueron la salida del largo túnel en el que se encontraba la sociedad española tras el franquismo. Pero pretender que esas normas tengan una vigencia absoluta, que no puedan y deban ser revisadas en algunos aspectos para actualizar y cambiar determinados artículos, es una quimera. Todo es revisable y mejorable.
Cuando existe un problema (como es en este momento el tema de la independencia catalana) hay que buscar soluciones desde la racionalidad y el sentido común. No se trata de contentar al independentismo. Pero el problema está ahí y es preciso encontrar una solución. La diversidad de nuestro país, positiva y enriquecedora; su modernidad; los avances democráticos, exigen respuestas que no se encuentran en la actual Carta Magna.
Afrontar su debate con serenidad y mente abierta (buscando el mayor consenso) y un posible cambio en determinados artículos no es símbolo de empobrecimiento, debilidad, falta de aprecio o dudas. Al contrario: es símbolo de positivismo, avance, vitalidad. M. ROMASANTA TOUZA
A Coruña