¿Siempre alerta?
El metro no es un lugar agradable. De hecho, no está pensado para serlo. Esos vagones abarrotados, ese olor a sobaquina, la luz fantasmagórica, los túneles infinitos… Pero a ese rutinario martirio que comparten millares de barceloneses, se suma algo aún más perturbador: la megafonía. Una robótica voz repite, cada cinco minutos, el mensaje: “El carterista aprovecha la menor ocasión para hacerse con sus pertenencias”. Para concluir con un: “Debemos estar alerta”. Me gustaría incidir en este punto.
¿Qué nos ha pasado? Los informativos son un escaparate de desgracias y crímenes. Los atentados terroristas, los que suceden en Europa (a nadie parece importarle si ocurren en Afganistán), se convierten en un espectáculo de masas destinado a generar grandes cuotas de audiencia. Todo desconocido es inmediatamente convertido en un presunto delincuente. Mientras tanto, radios y televisiones emiten reiteradamente anuncios de alarmas antirrobo y seguros de vida.
¿Es el mundo un lugar tan peligroso como nos lo pintan? ¿Hay alguna forma de que esta histeria colectiva nos permita ser felices más allá de nuestro estricto ámbito personal? ¿Son los carteristas el mayor de nuestros problemas? ¿Es absolutamente necesario estar alerta?
JOAN SIMÓ RODRÍGUEZ
Vilassar de Mar