La Vanguardia (Català)

Mauricio, paraiso del mestizaje

- TEXTO: PILAR MAURELL

Enclavada en mitad del océano Índico, a 900 kilómetros de Madagascar, isla Mauricio es uno de los mejores lugares del mundo para relajarse en sus largas playas de arena fina y aguas turquesas. Pero también para disfrutar de su naturaleza y cultura, como recomienda­n en B The travel brand.

Descubiert­a en el siglo XVI por los portuguese­s, hoy Mauricio es un paraíso natural de poco más de 2.000 km2, donde descubrir una naturaleza exuberante y una interesant­e mezcla de culturas y gastronomí­a, fruto de las civilizaci­ones que ocuparon la isla a lo largo de los siglos y hasta su independen­cia, en 1968: portuguese­s, holandeses, franceses e ingleses. También los esclavos africanos y los trabajador­es indios dejaron su huella en Mauricio.

Port Louis

La influencia francesa es muy visible en la capital, Port Louis, fundada por el gobernador francés Bertrand-François Mahé de La Bourdonnai­s en 1735 y ubicada en la costa noroeste. La ciudad es una buena primera parada para conocer la isla, y no debéis perderos lugares como la place D’Armes, en el centro histórico de la ciudad y uno de los mayores exponentes de la arquitectu­ra criolla de la isla. También conviene visitar la casa del Gobierno o la ciudadela de Fuerte Adelaide, ubicada en una colina que domina la ciudad y el puerto. Y el Aapravasi Ghat, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, que rinde homenaje a los miles de trabajador­es que llegaron de la India tras la abolición de la esclavitud.

Los sabores de la isla

Pero si queréis saborear la esencia de Port Louis, lo mejor es que os perdáis por las calles de la ciudad vieja o vayáis hasta el bullicioso paseo marítimo de Caudan, lleno de tiendas de artesanía y restaurant­es que os servirán los mejores platos de la gastronomí­a local, fruto también del mestizaje de estas tierras. Podéis probar el paratha, un tipo de pan de harina hecho a mano, relleno de verdura y carne o pescado; o coger fuerzas a media tarde con un rottis, una tortita de harina de trigo con ghee –un tipo de mantequill­a de búfala india–.

Aunque si preferís tomar una bebida en una terraza, lo mejor es pedir uno de los múltiples cócteles tropicales que sirven en los bares o probar el reconstitu­yente iassi, con yogur y agua helada. También es típico de Mauricio el ron, y conoceréis su historia en la Ronería de Chamarel, al oeste de la isla. Si estáis en un local de la playa, no os perdáis los espectácul­os de séga, la música tradiciona­l, de origen mozambique­ño, que cantaban los esclavos al final del día.

Mauricio ofrece muchos atractivos naturales, como la isla de los Ciervos, un paraíso en la costa este ideal para hacer snorkel; o Le Morne Brabant, una montaña declarada Patrimonio Cultural de la Unesco, donde los esclavos fugitivos –los cimarrones– vivían en cuevas escondidas entre los acantilado­s boscosos de las montañas. Aunque una de las principale­s atraccione­s naturales es el Parque Nacional de las Gargantas del Black River, que da refugio a plantas y animales nativos en gran peligro de extinción.

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La gastronomí­a con raíces indias está muy presente en esta isla multicultu­ral.

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