Demasiadas urracas
Permítanme ampliar y compartir las vicisitudes de Mireia Bonich (“Urracas en Barcelona”, 16/X/2018) desde mis conocimientos y experiencias. La urraca
(Pica pica), efectivamente, ejerce una descomunal presión depredadora sobre toda la especie fringilida o avecillas cantoras que nidifican en zonas arbóreas. En 1980 en los alrededores de mi aposento unas 30 parejas de verderones, jilgueros y verdecillos construyeron sus nidos. Este 2018 sólo tres han procreado y levantado el vuelo gracias a un sistema de protección artificial que ejerzo alrededor del nido. Existe otro destructor volátil de estas avecillas, el arrendajo (Garrulus
glandarius). Por suerte, este tiene una expansión demográfica aún limitada. Otros especímenes que atacan las nidadas son ratas y ratones, serpientes, tijeretas, gatos asilvestrados y hormigas. El gorrión es el menos afectado por los predadores alados, sus nidificaciones se realizan bajo las tejas de las casas, los aleros y oquedades varias, lugares recónditos mejor protegidos. Su peor enemigo es la pérdida de hábitat para nidificar y la contaminación de su alimento granívoro rociado de productos fitosanitarios.
En mis trabajos de conservación medioambiental he concluido que la desorbitada extensión de las urracas se ha convertido en una plaga. Por lo cual, se debería actuar selectivamente regulando sus colonias.
Debemos insistir en que los seres humanos somos parte integradora de la naturaleza y nunca disgregadora.
FRANCISCO ROS LÓPEZ Suscriptor Guardiola de Font-Rubí