El dilema de Barcelona
Si no fuese porque el procés lo impregna todo, sería sorprendente que una candidata a alcaldesa esté sopesando si aceptar o no los votos para serlo o no presentarse a la investidura y renunciar a aplicar su programa electoral. Manuel Valls ha anunciado que no pedirá contrapartidas a su apoyo y, por tanto, Ada Colau no tiene que sentarse con él a negociar nada, y aun así se lo está pensando; desde luego todo eso se explica por el miedo a ser señalada por el independentismo y que la metan en el mismo saco que a socialistas, populares y naranjas como cómplices de la represión y del 155.
Colau ha recibido el voto útil de votantes socialistas e incluso de Ciudadanos para que fuese ella alcaldesa y no Maragall, si bien ha bajado mucho en los barrios de base sociológica no independentista por sus ambigüedades, pero si por acción u omisión permite que un independentista sea alcalde, en las próximas elecciones lo pagará estrepitosamente y lo máximo a lo que podría alcanzar sería a teniente de alcalde de un PSC que la superaría claramente.
RAFAEL SORIANO ROMÁN
Mataró