Recuperar la concordia
La existencia en Catalunya de dos millones de ciudadanos partidarios de la independencia plantea un problema territorial de difícil solución, al que ni la vía constitucional ni la judicial han dado solución. Seguir los trámites arbitrados en la Constitución, con la mayoría privilegiada de tres quintos que exige para cambiarla, no está al alcance de una minoría nacional, y tanta insistencia en esta vía parece más una burla que una propuesta seria.
Pasaron los tiempos en que se alcanzó por consenso una Constitución democrática de mínimos en la que mucha gente tenía puestas sus esperanzas de evolución positiva en muchos aspectos, entre ellos el territorial, esperanzas que en buena medida se han visto frustradas.
Por otra parte, equiparar el delito de desobediencia, por grave que sea su objeto, con el delito de rebelión o con el de sedición crea un peligroso precedente y puede producir un desprestigio de la ley y sus intérpretes, y, en definitiva, resultar ineficaz.
Hay que intentar recuperar el espíritu de concordia que existía a la muerte del dictador, de forma que se acerquen posiciones y se encuentre una solución constitucional adecuada para las circunstancias actuales, en la que todos los ciudadanos se sientan representados, incluidos. Seguro que hay trabajos más urgentes, pero no más importantes.
PEDRO CASAS SERRA Barcelona