Máquinas de pedir cita
Tras cinco meses de espera infructuosa para cambiar la domiciliación de la pensión de mi mujer, acudí al centro de gestión de pensiones en la calle Arc del Teatre. Allí, después de casi dos horas de espera, una funcionaria me explica que sólo atiende con cita previa, que me da para dos días después con la advertencia de que minutos antes de la hora de la cita tengo que validarla en una máquina que ni yo ni algunos en mi situación sabemos manejar. Llegado el momento, y tras intentarlo inútilmente, me dirijo al puesto de atención y pido que me sustituyan en el manejo de una máquina mal diseñada o de mal funcionamiento. Finalmente, la persona que me atiende me saca el tiquet con la información de la mesa que me corresponde y la historia acaba bien.
Moraleja: las administraciones se han propuesto digitalizar los servicios, pero los consumidores cuando tenemos cierta edad quedamos en manos de profesionales que se presten a hacer la gestión. Y esos funcionarios están aparentemente muy ocupados, por lo que tenemos que mendigar su atención para resolver un problema que nosotros no hemos creado. No sería mala idea destinar algún funcionario a orientarnos.
R. VALENCOSO MARTÍNEZ
Barcelona