¿Cómo repensar las universidades?
La educación superior también necesita resignificarse. La universidad como templo del saber hoy se ve en entredicho en la medida que el conocimiento se democratiza y evoluciona con rapidez. Pensemos por ejemplo en la aparición de los cursos masivos online (MOOCs) donde prestigiosas universidades ofrecen contenidos en abierto y de forma gratuita. Es un cambio de tablero que no se puede entender bajo el prisma de la institución universitaria como certificadora. En un contexto donde el mercado laboral está en transformación y se dibujan escenarios laborales discontinuos y cambiantes, deja de tener sentido la universidad como etapa final. El aprendizaje a lo largo de la vida deja de ser una opción, para convertirse en requisito, y no solo en términos de reciclaje profesional, sino para la reinvención personal. Las universidades necesitan flexibilizarse, tornarse más ágiles y convertirse en el lugar de referencia donde recurrir virtual y presencialmente. Hay que superar los campus virtuales diseñados como repositorios de archivos e intercambios de mensajes, pensándolos como portales de experiencias híbridas y ubicuas. Las universidades deben ser el faro donde tejer comunidades conectadas con los desafíos económicos, ambientales y sociales del día a día, donde hallar retos en lugar de asignaturas y guías expertos en lugar de profesores. Si además entienden que son las cómplices necesarias para impulsar alianzas público-privadas, no solo salvarán la institución, sino que serán pieza clave del mañana.