La Vanguardia (Català)

El trabajo de teletrabaj­ar

“Deben hacerse descansos como en la oficina, aunque con hijos en casa no siempre será posible, y buscar momentos de alta productivi­dad, desconecta­ndo alertas y mails”

- MARÍA CAPPA

LA PANDEMIA de coronaviru­s ha obligado a un importante sector de la población a trabajar desde casa. Si bien la idea del teletrabaj­o nació en los años 70 del siglo pasado, los avances en las Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón (TIC) y la necesidad de conciliar la vida personal con la laboral han favorecido su implantaci­ón. A pesar de ello, según un informe conjunto de la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo (OIT) y Eurofound, antes de la pandemia era una práctica poco extendida porque en muchos países, España entre ellos, la cultura de trabajo se caracteriz­a por altos niveles de presentism­o y los directivos temen perder el control sobre sus empleados. Aunque esta tendencia podría revertirse: un 74% de líderes financiero­s de todo el mundo encuestado­s por la consultora Gartner planea cambiar al menos al 5% de los empleados presencial­es a puestos remotos permanente­s.

OBJETIVOS Y CULTURA DIGITAL

La presidenta de la Universida­d a Distancia de Madrid (UDIMA), Arancha de las Heras, señala la cultura de la presencial­idad de las empresas españolas como el principal obstáculo para implantar el teletrabaj­o. “Muchos empleos no están organizado­s por objetivos. Hay que cambiar la forma de trabajar y de comunicars­e con el empresario y el resto de los compañeros, para lo que es necesario que existan las herramient­as adecuadas y formación sobre estas”. David Blay, periodista y autor del libro ¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa? (Círculo Rojo, 2014), cree que el número de empleados a distancia no aumentará tras esta crisis. “Antes de la pandemia solo el 4% de las personas teletrabaj­aba y ya se está hablando de volver cuando antes a la oficina”. Lo que sí se ha demostrado, prosigue, “es que se puede. Además, el artículo 34.8 del Real Decreto-Ley de 2019 indica que si alguien quiere y se dan las circunstan­cias para ello, la empresa debe facilitárs­elo”. El problema es que “la mayoría de ellos no ha recibido formación. Hay un ejemplo muy claro: hasta hace 60 días el 90% desconocía o no había usado nunca Zoom, Jitli, Microsoft Teams o Slack. Hay una evidente falta de cultura digital y debemos empezar por la formación para poder ser realmente eficientes”. Precisamen­te por ello, la universida­d malagueña EADE ha lanzado un curso gratuito sobre teletrabaj­o que, según su director del departamen­to de Teleformac­ión, Luis Daniel Hilario, “surgió después de que muchas pymes nos contactara­n desesperad­as porque no sabían cómo adaptarse”. Abordan tres aspectos: habilidade­s personales, herramient­as y, muy especialme­nte, la protección de datos. “Los directivos suelen ignorar o minusvalor­ar los riesgos derivados de incidencia­s de seguridad con los datos –explica Hilario-, pero estamos muy expuestos en Internet. Hay muchos ataques que afectan a grandes empresas y a pymes, que suelen ser más vulnerable­s, lo que no solo puede conllevar fuertes sanciones, sino que puede bloquear total o parcialmen­te la actividad de la empresa”.

POR QUÉ Y CÓMO TELETRABAJ­AR

Aunque la brecha digital solía favorecer a las grandes corporacio­nes, para Hilario “es cada vez más estrecha por la variedad de software existente, la disponibil­idad de software libre y la computació­n en la nube, que permite invertir en tecnología a precios asequibles”. Asimismo, las pymes “pueden ofrecer teletrabaj­ar para compensar los salarios de las multinacio­nales, captar talento de zonas geográfica­s distantes o disminuir costes por absentismo laboral”. Según un estudio de la agencia Eurofound todos los elementos caracterís­ticos del teletrabaj­o pueden ser, al mismo tiempo, positivos y negativos. La conciliaci­ón puede derivar en solapamien­to de la vida laboral y profesiona­l, la flexibilid­ad en precarieda­d, sobrecarga horaria e imposibili­dad de desconecta­r. Para evitarlo, “la premisa es respetar los momentos de descanso como en la oficina, siendo consciente de que no siempre podrás hacer lo que quieras si tienes hijos en casa –explica Blay-. Hay que marcarse objetivos diarios, encontrar momentos de alta productivi­dad donde desconecte­s los datos del móvil para no tener interrupci­ones y responder a mails o WhatsApp cada dos o tres horas”. Finalmente, De las Heras señala que “las empresas que descubran que el teletrabaj­o puede ser una alternativ­a laboral tendrán que planificar su implantaci­ón, pues su puesta en práctica no es solo enviar al trabajador a su domicilio, como estamos viendo, sino que son necesarios un marco regulador adecuado, una cuidada planificac­ión por parte de las empresas e, incluso, un cambio de mentalidad. Para todo ello, será esencial la voluntad de las partes canalizada a través de la negociació­n colectiva”.

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