Comunicado irreal
En medio de un atípico y tórrido verano salta la noticia canicular, la decisión del rey emérito de trasladarse temporalmente fuera de España, mediante un comunicado oficial que levanta un enconado debate político y social entre partidarios y detractores.
Ante todo, el comunicado produce una mezcla de decepción y vergüenza. Considero que es desacertado y desafortunado por innecesario e inoportuno. Se pretende justificar la salida con la finalidad de la restauración de la monarquía. ¿Acaso se está implícitamente admitiendo que la reputación de la institución monárquica se halla bajo mínimos?
Se alude, elípticamente, a acontecimientos pasados (si se confirman las revelaciones, el dinero está aún fuera de España). Se habla de su vida privada, pero si las informaciones son veraces, habría actuado prevaliéndose de su condición de monarca en funciones de embajador e intermediario de empresarios españoles en Arabia Saudí.
Se refiere a su propia dignidad y se menciona su legado, en un insano ejercicio de autocomplacencia. Sin embargo, a ojos de la gran mayoría de los españoles, su actitud ni es ejemplar ni es transparente, ya que ni da a conocer el destino, que se oculta, ni hace alusión a esas presuntas estructuras fiduciarias opacas al fisco con notables visos de apariencia de verosimilitud, ni nada sobre presuntas comisiones o dádivas.
Ni pide perdón, como hizo antaño, y tampoco expresa su incondicional compromiso de permanecer a disposición de la justicia. Ni, finalmente, es una decisión propia, sino impuesta, en una suerte de destierro temporal pactado.
José María Torras Coll Sabadell