Generosidad de Llopart

Coincidí con Jordi Llopart, del Prat de Llobregat, en las aulas de Xaloc en l’Hospitalet, cursando oficialía en artes gráficas, de los 14 a los 17 años. A él y a su hermano Joan ya los entrenaba su padre, Moisés. Pienso que él intuyó que podrían destacar en una modalidad atlética casi desconocida a finales de los sesenta, la marcha. Así fue, y junto a otros marchistas hicieron del Prat la cuna de la marcha atlética española, que nos dio la primera medalla olímpica y muchos otros triunfos.

En el colegio, cuando tocaba carreras de velocidad y medio fondo los Llopart corrían para ganar, y eran muy buenos, pero siempre ganaba otro de la clase, Alfonso Martínez. Alfonso tenía unas condiciones innatas excepcionales, pero no le atraía el atletismo y fumaba mucho. Todos comentábamos que si se hubiera dedicado a correr habría sido un gran atleta.

Para nosotros los éxitos de Jordi fueron una lección de lo que pasa en la vida. Muchas veces no triunfan los mejor dotados o con una posición ventajosa, sino los que tienen claro el objetivo que quieren alcanzar y ponen en él todo el esfuerzo.

Ahora hay varios ciudadanos anónimos, que sin haber entrenado ni competido, tienen un órgano de campeón olímpico: un riñón, un hígado, una córnea... Gracias a la generosidad extrema de Jordi Llopart, que los donó.

Dr. Antonio Villalonga Morales

Kinshasa (RD Congo)