Desigualdad creciente

Lo urbano no remite solamente a formas espaciales abstractas, sino que concentra y da espacio físico al proceso de reproducción social. La ciudad industrial y postindustrial ha sido, hasta ahora, el lugar excelente para conformar a los individuos como agentes económicos, diferenciándolos por su acceso a la propiedad, asignándoles identidades que legitimarían la pervivencia de los privilegios de unos pocos, la adaptación meritocrática de unos cuantos, y la exclusión de otros, la mayoría.

Aquellos que han nacido en el seno de familias con limitaciones económicas y relacionales, y que no han adquirido capacidades personales suficientes para superarlas como individuos, están condenados a no ser otra cosa que mano de obra prescindible y vecinos de ninguna parte (gentrificación). Pero no es menos cierto que la ciudad densa y abierta propicia el contacto y la comparación personales y permanentes, a través de los cuales podemos percibir las desigualdades, a veces hirientes, que generan desesperanza y, antes o después, indignación.

Por eso el problema de la calidad de vida en las ciudades del siglo XXI no viene del urbanismo, sino del ámbito económico, y requiere decisiones políticas para la erradicación de la desigualdad. Luis Fernando Crespo Zorita

Las Rozas de Madrid