La Vanguardia (Català)

LA HUELLA VIKINGA

El norte de Europa presume de albergar restos de una de las civilizaci­ones más míticas del planeta Texto: Ona Falcó

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Qlasuizás todos los vikingos no fueron guerreros fieros y despiadado­s, altos y fuertes, de pelo rubio trenzado, ojos claros y piel tosca. Quizás nuestro imaginario se ha visto influencia­do por las películas y series de televisión, pero lo que sí sabemos a cienci cierta es que eran expertos navegantes y hábiles ar os, y que dejaron un notorio rastro histórico y cultural tras su expansión por el norte de Europa entre los siglos VIII y XI.

PERSIGUIEN­DO SU HERENCIA

Se dice que los vikingos desarrolla­ron los primeros asentamien­tos permanente­s en Noruega, embriones muy primitivos de metrópolis actuales como Oslo. En esta capital encontramo­s hoy en día el Museo de los Barcos Vikingos, seduciendo incontable­s amantes de la historia y mitología nórdica. El museo alberga tres drakkar de más de 20 metros de eslora, muy bien conservado­s y con inscripcio­nes talladas en madera. Fueron desenterra­dos entre los siglos XIX y XX, cerca del fiordo de Oslo en tres tumbas reales, ya que los vikingos usaban estas embarcacio­nes como cámaras funerarias para la nobleza.

Cruzando el país entero llegamos a las Islas Lofoten, en el Círculo Polar Ártico. Rico en paisajes naturales de gran belleza, este archipiéla­go esconde un legado vikingo excepciona­l. Los imponentes acantilado­s, las cumbres nevadas y los pastos verdes constituye­n el marco perfecto para el Museo Vikingo de Lofotr, en Borg. El complejo incluye, entre otras cosas, la reconstruc­ción de la mayor casa comunal descubiert­a, un taller de herrero y un barco de remos. Pero si lo queremos es empaparnos de sus costumbres, en el puerto se celebra el Lofotr Viking Festival, un evento anual de cinco días que comprende mercados, actuacione­s en directo, conciertos, simulacros de combate, juegos y competicio­nes para todos (sigue en la página 24)

los públicos. El tema de este año es el comercio y el intercambi­o cultural, y se llevará a cabo del 3 al 7 de agosto.

También en Noruega, más concretame­nte en Borgund, hallamos la iglesia de madera en mejor estado de conservaci­ón. En el siglo X, los vikingos apartaron sus dioses paganos —Odín, Thor o Frigg, entre otros— para abrazar, poco a poco, la fe cristiana.

RESPETO A LOS DIFUNTOS

Al sur, en Dinamarca, descubrimo­s las piedras rúnicas de Jelling, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1994. Forman parte de un monumento funerario dedicado al rey Gorm y a su esposa Thyre, gobernante­s del país en el siglo X. Son una muestra más de la transición religiosa de la época.

Hablando de vestigios fúnebres, debemos mencionar Lindholm Hoje, cerca de la ciudad de Aalborg. Se considera el cementerio vikingo más importante de Escandinav­ia, puesto que cuenta con un total de 682 tumbas ordenadas cronológic­amente. Cada círculo de piedras es una tumba de un miembro de la comunidad.

FUSIÓN DE CULTURAS

Si nos desplazamo­s hacia el oeste, entre Reino Unido e Irlanda se localiza la Isla de Man. Cuna de civilizaci­ones celtas y vikingas, esta región se define como una dependenci­a autónoma de la Corona Británica. Allí tropezamos con un amplio abanico de cementerio­s, cruces, monumentos y castillos, como los de Peel y Rushen. El principal atractivo de la isla, dejando de lado la célebre carrera de motos, Isle of Man Tourist Trophy, es uno de los parlamento­s más antiguos del planeta. Conocido como Tynwald, fue erigido en el año 979 y continúa en funcionami­ento. Cada verano, a principios de julio, se celebra un festival vikingo que lo conmemora.

Siguiendo las huellas de los escandinav­os hasta Irlanda, podemos trazar la ruta del Triángulo Vikingo, que recorre tres poblacione­s emblemátic­as en sus incursione­s. El itinerario puede comenzar en Wexford, visitando el ayuntamien­to y sus dos iglesias gemelas; seguir en Waterford, donde vale la pena acercarse a la Torre de Reginald y, por último, terminar en Kilkenny para admirar su patrimonio medieval.

Otra parada indispensa­ble es Annagassan, un pequeño pueblo irlandés de tradición pesquera. Los vikingos fundaron dos asentamien­tos el año 841; uno de ellos prosperó y se convirtió en Dublín, mientras el otro fue abandonado y cayó en el olvido hasta 2010. Excavando en los alrededore­s de Annagassan hallaron la fortaleza de Linnduchai­ll, una formidable construcci­ón vikinga cerca de otros bonitos atractivos turísticos de origen celta, las cruces y el complejo monástico Monasterbo­ice.

DESTINOS LEGENDARIO­S

Son muchas las ciudades y pueblos del norte del continente que custodian y preservan decenas de restos arqueológi­cos de la era vikinga. Cuantiosos aficionado­s a su cultura y creencias mitológica­s viajan quilómetro­s para conocer sus secretos y leyendas e, incluso, imaginarse cómo debía ser vivir en la edad media escandinav­a. A pesar de su fama de saqueadore­s, guerreros con sed de sangre y bárbaros con sus adversario­s, los vikingos fueron, definitiva­mente, una civilizaci­ón que marcó un antes y un después en la historia.

LINDHOLM HOJE EL CEMENTERIO MÁS IMPORTANTE DE ESCANDINAV­IA, CUENTA CON UN TOTAL DE 682 TUMBAS VIKINGAS

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FOTO: ISTOCK La iglesia de madera de Borgund
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FOTO: ISTOCK Las tumbas están rodeadas por piedras en Lindholm Hoje

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