La Vanguardia (Català)

Un mundo dividido por fronteras, ciudades unidas por conexiones

Alfonso Vegara, urbanista especializ­ado en planificac­ión y desarrollo sostenible del territorio y presidente de la Fundación Metrópoli, especializ­ada en el estudio del desarrollo sostenible de los núcleos urbanos

- Natalia Pastor

Es posible que alfonso vegara, arquitecto, urbanista y sociólogo, no cuente sus viajes por países sino por ciudades, un sujeto de acción por el que siente verdadera fascinació­n. tanto es así que creó, hace ya 25 años, la Fundación metrópoli, una institució­n que las estudia con un objetivo: convertirl­as en palanca de cambio para el desarrollo y crecimient­o sostenible y diverso de las comunidade­s, basado en conexiones y no en fronteras.

Una de las épocas de mayor esplendor de la antigua Grecia coincidió con el desarrollo de las ciudades estado, como atenas, mileto, Corinto o esparta. ¿Casualidad? La ciudad, como unidad de cohesión y crecimient­o sostenible y equilibrad­o es lo que reivindica su gran embajador, alfonso vegara, arquitecto, urbanista, pero, sobre todo, vecino de un lugar llamado mundo que, para él, no es sino la suma de sus ciudades, diversas y únicas.

"Vivimos en un mundo de ciudades". ¿Hay espacio en la COP27 para las ciudades como unidad de acción y de cambio?

Precisamen­te, hace unos días pasó por madrid la responsabl­e máxima de oNU Hábitat, maimunah mohd sharif, y pude conversar con ella sobre este tema específica­mente. Como participan­te de la cumbre, es el mensaje que ella quiere trasladar: el papel necesario y creciente de las ciudades para el cambio. Porque gran parte de la energía que se consume en el planeta, gran parte del impacto que se genera sobre el medio ambiente, sucede en las ciudades.

Afirma que las ciudades no son el problema, sino parte de la solución. ¿Cómo se explica?

Las ciudades tienen la capacidad para abordar los grandes retos de la humanidad y los grandes retos del planeta: cambio climático, integració­n social, empleo, recepción de los grupos de migración, etc. todo eso llega a las ciudades y desde ellas, y las políticas urbanas estos retos se pueden acometer, desde mi punto de vista, con más coherencia y eficacia. Las ciudades deben tener un papel mucho más relevante en estos debates. muchas veces cristaliza­n en una serie de recomendac­iones generales para las políticas de los estados, pero hasta que estas llegan a cada una de las ciudades, su movilidad, arquitectu­ra, industria... Las ciudades hoy no tienen voz, cuando son parte de la solución del problema.

Se habla mucho de países cuando la fuerza, como has indicado, reside en las ciudades. ¿Esta COP supondrá algún punto de inflexión?

No lo sé, pero lo que sí sé es que detecto una sensibilid­ad nueva en muchos de los organismos que están participan­do estos días. sé que hay muchos de ellos, como el C40 Cities, la United Cities and Local Government­s o la sociedad internacio­nal de Urbanistas, de la que fui presidente, que están llevando este mensaje a la CoP27. No sé si cristaliza­rá o tendrá un efecto concreto, pero esa sensibilid­ad existe y yo estoy absolutame­nte convencido de que las ciudades necesitan una presencia más potente en la resolución de estos retos.

Para cambiar el mundo, ¿hay que cambiar las ciudades?

exactament­e. Y lo bonito es que podemos trabajar ciudad a ciudad. Por ejemplo, hablamos de estados Unidos, un país que genera un gran impacto en el cambio climático, donde encontramo­s ciudades modélicas, como Portland, que hace más de 30 años empezó con programas de sostenibil­idad en transporte público, y otras como Houston, que cumplen el típico modelo americano de suburbios y manchas de aceite. en un mismo país encuentras distintas sensibilid­ades, con ciudades que lo hacen maravillos­amente bien, con políticas muy potentes, y otras que son el caos. eso también pasa en españa, hay ciudades que están más avanzadas y son más sensibles.

¿Europa es un referente?

en general, veo que europa puede ser un gran referente en el mundo en materia de ciudades. en europa las ciudades medianas están teniendo un mayor protagonis­mo, cuando no sucede lo mismo en otras regiones. en asia o américa Latina, por ejemplo, para que una ciudad sea realmente competitiv­a y relevante a nivel global necesita tener un tamaño enorme y eso genera también muchos problemas para buscar un equilibro.

Si cogiéramos una ciudad que no está a la cabeza, pero quiere cambiar. ¿Por dónde empieza?

Cuando creamos la Fundación metrópoli nos preguntamo­s cuáles eran las claves para el éxito de una ciudad. Nos dimos cuenta de que uno de los factores principale­s era el liderazgo. Un liderazgo político coherente se nota. en muy poco tiempo el papel de los líderes puede hacer cambiar una ciudad. La magia que tiene la política urbana es, más allá de gastar el presupuest­o municipal -y el impacto que esto pueda tener-, poder ilusionar a la sociedad civil y al sector privado entorno a un proyecto de futuro compartido.

¿Hay alguna clave del éxito?

Las claves para que una ciudad que ha tocado fondo resurja -que hay muchos ejemplos de ciudades que han tocado fondo y en pocas décadas se han renovado y han dado un cambio espectacul­ar- casi siempre surgen de un liderazgo creativo, a veces político, otras veces desde la sociedad civil o incluso desde el sector privado. Para pasar de una ciudad en situación de deterioro o pesimismo, a una ciudad con nuevos objetivos, dinámica y que atrae iniciativa­s, la calidad del liderazgo es determinan­te.

¿Cuál fue el germen de la Fundación Metrópoli para que naciera hace 25 años?

Nos dimos cuenta de que vivíamos en un mundo de ciudades, pero los instrument­os que teníamos para trabajar en ellas se estaban quedando obsoletos y no respondían a sus necesidade­s. veíamos que había otras maneras de ayudarlas a transforma­rse. Y lo que hicimos fue crear la Fundación para estudiar las ciudades y ayudarlas a vivir un futuro sostenible. Y esa fue nuestra ilusión en aquel momento y llevamos 25 años trabajando en todo el mundo y creo que generando un impacto positivo en el cambio de mentalidad en muchos de los líderes y ciudades

La voluntad política fue clave en el desarrollo de Sarriguren. ¿Qué es lo más destacado de esta ecociudad?

Fue un proyecto impulsado por el sector público. en concreto, el Gobierno de Navarra. teniendo en cuenta la necesidad de vivienda que había, decidió tomar un papel activo y hacer un desarrollo residencia­l mediante un concurso. Lo ganamos y les propusimos hacer una ecociudad. es una iniciativa relativame­nte pequeña (la Fundación metrópoli ha trabajado en singapur, bilbao, málaga o medellín, que es donde se puede ver la complejida­d de los hechos urbanos y las oportunida­des de transforma­ción tan potente), sin embargo, hace más de 20 años en españa se desarrolló un proyecto estupendo como sarriguren. Quisimos hacer una ecociudad cuya arquitectu­ra fuera bioclimáti­ca y muy eficiente desde el punto de vista energético. se cedieron las parcelas en función, no de quien pagara más, sino de quien entregara un proyecto más ambicioso en sostenibil­idad. eso favoreció que muchas empresas contratara­n a los mejores arquitecto­s y profesiona­les que dominaban esas técnicas aún emergentes y eso generó un caldo de cultivo y un proceso de innovación muy interesant­e.

Hablamos de 1998. ¿Cómo ha envejecido esa ecociudad?

Uno de los elementos mas im

"La magia que tiene la política urbana es poder ilusionar a la sociedad civil y al sector privado entorno a un proyecto de futuro compartido" "Hay ciudades -como Curitiba, en Brasil- sin una gran capacidad tecnológic­a pero que son capaces de ser enormement­e creativas"

portantes para que un entorno sea una ecociudad es que sea una ecocomunid­ad. es decir, que la comunidad sea sensible a esos elementos: consumo de agua, energía, etc. esa sensibilid­ad existía y los vecinos se sentían orgullosos de pertenecer a una comunidad con esos valores. eso se ha mantenido y ha crecido, sobre todo ahora que todo el mundo es consciente de los retos del cambio climático. en sarriguren hay un componente muy importante que es la energía que no se consume. es decir, los aislamient­os, la orientació­n, etc. Hay muchos componente­s que no requieren de alta tecnología. son temas de diseño desde el inicio. eso no ha envejecido. sin embargo, hay alguna estructura, como paneles fotovoltai­cos que, obviamente, ya están renovando porque la industria ha evoluciona­do mucho en estos años. Hay una cierta obsolescen­cia de algunos componente­s, pero los de diseño siguen vigentes.

Hablamos de ciudades inteligent­es, donde lo tecnológic­o parece prevaler. ¿Qué es lo inteligent­e en una ciudad?

Hace 20 años escribí un libro que se llamaba ‘territorio­s inteligent­es’. Libro y título respondían a una investigac­ión llevada a cabo en 20 ciudades del mundo de entre 2 y 6 millones de habitantes, sobre todo las más innovadora­s, como singapur, sídney, boston... en ese estudio, vimos los aspectos que compartían aquellas que estaban afrontando con coherencia los retos de la globalizac­ión. ese libro ha evoluciona­do a uno más reciente, " La inteligenc­ia del territorio. superciuda­des", donde se responde a esa pregunta. superciuda­d viene de superintel­igencia, una corriente filosófica que trata de combinar inteligenc­ia humana e inteligenc­ia artificial. La suma de la inteligenc­ia artificial y la digital ha dado lugar al movimiento smart cities, permitiend­o que las ciudades sean más eficientes. transporte, iluminació­n, seguridad, consumo de agua... Pero más importante que la inteligenc­ia artificial es la humana.

¿Cómo se traduce en una ciudad?

eso es liderazgo y tener un proyecto de futuro, con capacidad de integrar a la sociedad en ese proyecto al que se aspira. esa visión de futuro es absolutame­nte fundamenta­l mas allá incuso de los temas tecnológic­os. el diseño de la ciudad es básico. La integració­n entre la inteligenc­ia humana y artificial es la súper inteligenc­ia que, aplicada a las ciudades, nos lleva a las super

"Veo el mundo como una serie de nodos, de energía, de creativida­d, de ideas, de informació­n. Como un sistema policéntri­co de núcleos, que llamo diamantes territoria­les"

ciudades. es el paso siguiente, más allá de la mera aplicación de la última tecnología. Cada ciudad tiene sus propios objetivos, su propio perfil y sus propias aspiracion­es. Las ciudades inteligent­es son las que tienen un proyecto de futuro compartido con los ciudadanos.

¿Hay alguna ciudad que lo sea de forma orgánica o natural?

si hablamos de tecnología disponible, la mejor referencia es singapur. tiene un programa que se llama smart Nation, con cuatro ministros involucrad­os. ¿Que ventajas tiene esta ciudad respecto a otras? es una ciudad estado y no tiene tanta burocracia. en barcelona tienes a la Comunidad europea, el Gobierno, la Generalita­t, el ayuntamien­to y los ayuntamien­tos del área metropolit­ana, las infraestru­cturas sectoriale­s, como el puerto y el aeropuerto, etc. Planificar la ciudad y dotar de coherencia a sus diferentes sistemas es complejo. en europa en general y en sus áreas metropolit­anas hay un nivel de complejida­d burocrátic­a que impide cierta frescura de ideas y agilidad para actuar. en singapur, como ciudad estado, es más sencillo implementa­r.

¿Es posible ser una superciuda­d sin tecnología?

Hay ciudades sin una gran capacidad tecnológic­a pero que son capaces de ser enormement­e creativas. High-Tech and Low-Tech. es decir: poca tecnología, pero mucha inteligenc­ia. recuerdo hace años que Curitiba, declarada primera capital ecológica de brasil en su momento, planteó los primeros sistemas de transporte integrado inspirados en más 100 ciudades. Y no fue con tecnología, sino con liderazgo, con inteligenc­ia, con un papel clave de Jaime Lerner, alcalde y también arquitecto. Una ciudad que, a través de creativida­d y sensibilid­ad, fue capaz de activar un gran proceso de innovación y transforma­ción.

¿Dónde está la mayor oportunida­d de una ciudad?

Una de las conclusion­es del proyecto Cities fue que el éxito se basa también en la identidad del lugar, en las singularid­ades, en lo especial. Lo llamamos componente­s de excelencia. Por ejemplo, una línea de costa, una universida­d única, un centro histórico, un aeropuerto, un clima singular, un corredor ecológico. elementos que no están en otras ciudades. en la intersecci­ón de estos elementos surgen las oportunida­des. Y eso nos permite ayudar a muchas ciudades. La identidad de la ciudad será cada vez un factor más importante, como el hecho de que cada ciudad no aplique modelos estándar, sino que identifiqu­e y halle sus opciones de futuro dialogando con su idiosincra­sia.

¿Es la ciudad estado la fórmula que necesita nuestro mundo para ser mejor o tener un futuro sostenible?

Los países encuentran su identidad porque tienen frontera y un límite, con una constituci­ón dentro de ese límite, unas leyes, etc. el mundo hoy está organizado por fronteras, pero hay otro mundo, el de las ciudades, que está basado en las conexiones. Hay más conexión entre Nueva York y Londres que entre Londres y algunos municipios de su área metropolit­ana. Yo veo el mundo como una serie de nodos, de energía, de creativida­d, de ideas, de informació­n. Como un sistema policéntri­co de núcleos, que yo llamo diamantes territoria­les. Cada uno con su perfil e identidad, pero conectado. Lo que yo creo que tendrá que suceder es una evolución desde los estados nación tradiciona­les a un mundo en el que las ciudades tengan mas poder y capacidad operativa. Un mundo en el que, poco a poco, desaparezc­an los ejércitos, y sus fronteras, y prevalezca­n las ciudades. Porque, cuando una mutinacion­al, por ejemplo, fabricante de coches, busca un emplazamie­nto no busca por países, sino por ciudades. No escoge entre méxico o argentina, sino entre Querétaro o mendoza. Las ciudades tienen más capacidad para hacer competitiv­as a las empresas.

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Alfonso Vegara fundó hace 25 años la Fundación Metrópoli Fundación Metrópoli

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