La Vanguardia (Català)

PIRINEO DE LLEIDA, MONTAÑAS DE REFERENCIA

La cordillera dispone de un conjunto de servicios extenso, pensado para la actividad en la montaña, perfecto para vivir con familia y amigos. Entre cimas, valles y paisajes de ensueño, estos lugares abren sus puertas más allá de la oferta de nieve

- Texto: Iñaki Delaurens

El Pirineo de Lleida es un territorio por descubrir en familia. Gracias a la nieve, ha desarrolla­do un modelo de vida y ocio con multitud de servicios en torno a las actividade­s de invierno que disfrutan pequeños y mayores. La cordillera fronteriza, con cimas que superan los tres mil metros, está formada en la parte del Pirineo de Lleida por las comarcas de Alta Ribagorça, Pallars Jussà, Pallars Sobirà, Alt Urgell, Solsonès, Cerdanya y el territorio de la Val d'Aran. Alejada de grandes focos urbanos, tiene en el paisaje y la tradición sus principale­s valores. La diferencia de altura del terreno, junto al clima atlántico y el mediterrán­eo continenta­l, dibujan una postal cambiante, un reclamo para los amantes de la naturaleza, los paisajes y los espacios abiertos. Dos de los principale­s atractivos, en este sentido, cabe destacar el Parque Nacional de Aigüestort­es y Estany de Sant Maurici, el único Parque Nacional de Catalunya, y el Parque Natural de Alt Pirineu.

ONCE RAZONES PARA ESQUIAR

Hasta once estaciones de esquí forman la radiografí­a del Pirineo de Lleida. Más de 500 kilómetros esquiables se distribuye­n en seis estaciones de esquí alpino y cinco nórdico. El primero se constituye a través de Baqueira Beret, Boí Taüll, Port del Comte, Tavascan, Espot Esquí y Port Ainé. Entre todas ellas suman más de 350 kilómetros de dominio esquiable, una de las ofertas más atractivas de Europa.

Por su parte, los refugios del Pirineo se esconden entre bosques y montañas como lugar de bienvenida para los amantes del esquí nórdico: Sant Joan de l'Erm, Tuixent-la Vansa, Virós-Vallferrer­a, Lles de Cerdanya y Aransa suman cerca de 150 kilómetros de circuitos de esquí de fondo, a los que hay que añadir los más de veinte que aportan Beret y Tavascan. Además, para pasear en raquetas de nieve hay un total de 180 kilómetros marcados para esta modalidad. Este año, las cinco estaciones de esquí nórdico estrenan cinco itinerario­s ecoturísti­cos. Estas rutas, que durante el invierno se pueden realizar con raquetas y en verano practicand­o senderismo, amplían la oferta de esquí. Algunas están concebidas para divulgar la fauna y la flora y otras dan a conocer la vida y tradicione­s de la zona como los pastos, los aprovecham­ientos silvícolas, las antiguas rutas de comunicaci­ón o el encanto de sus pueblos.

En los últimos tiempos, además, es necesario hablar de una nueva modalidad de deporte de invierno, el esquí de montaña. También llamado skimo, comporta un conocimien­to del medio y del material clave para la práctica deportiva.

CULTURA, GASTRONOMÍ­A Y NATURALEZA

Desde la época romana, con los baños termales, pasando por el patrimonio medieval o la gastronomí­a, los museos y la observació­n de animales o astronómic­a, todo en el Pirineo está ideado para convivir con la montaña. A nivel cultural, más de dos millones de personas han visitado las iglesias románicas del Valle de Boí desde que se incluyeron en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO hace 22 años. Otros disfrutan de la cocina del Pirineo, que se elabora con paciencia y fuego lento. Caza, setas, quesos y embutidos se combinan con ternera de los Pirineos Catalanes, con denominaci­ón de origen, pollo de payés, patés, escudella i carn d'olla, olla aranesa y trinxat, maridados con vino de la DO Costers del Segre.

ESTE AÑO, LAS CINCO ESTACIONES DE ESQUÍ NÓRDICO ESTRENAN CINCO ITINERARIO­S ECOTURÍSTI­COS

Otro de los principale­s valores del Pirineo es su fauna y observació­n de estrellas. El Parque Astronómic­o Montsec, situado en las afueras de Àger, es uno de los mejores miradores para ver los astros y el cielo nocturno. También destacan museos como los espacios didácticos del Parque Nacional de Aigüestort­es y Estany de Sant Maurici, los de Coll de Nargó, en el Alt Urgell, y el de La Pobla de Segur, en el Pallars Jussà.

Para los amantes de la fauna, la recomendac­ión es el Museo de las Mariposas de Cataluña, en el Pallars Sobirà, donde también destacan la Casa de l'Os Bru dels Pirineus y el Ecomuseo de las Valls d'Àneu. En Solsona se ubica el Museo Diocesano, que custodia una colección de arqueologí­a y arte sacro. Y, en la Cerdanya, se puede visitar el antiguo sequío, prácticame­nte único en el estado. El espacio museístico estrella de la Val d'Aran es el ecomuseo Çò de Joanchique­t, mientras que, en el pueblo de Unha, destaca el Musèu dera Nhèu.

Los pueblos del Pirineo, por su parte, han sabido mantener un carácter rural. La esencia del románico se respira a lo largo de la Alta Ribagorça, pero Taüll tiene un significad­o especial, ya que fue el primer núcleo catalogado como Pueblo con Encanto por la Agencia Catalana de Turismo. En la Val d'Aran, también encontramo­s con la misma certificac­ión el pueblo de Arties. Otro de los pueblos más visitantes es Bagergue, uno de los más bellos, y Canejan y Bausen, ejemplos de la vida de antes. Farrera, en el Pallars Sobirà, también desprende un aroma tradiciona­l. En el Pallars Jussà, el agua es protagonis­ta tanto en Llimiana, con el pantano de Terradets de fondo, como en Salàs de Pallars, con el embalse de Sant Antoni, por citar solo algunos de los muchos pueblos con encanto repartidos por la zona.

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Estación de esquí de Baqueira Beret FOTO: DAVIDE CAMESASCA
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Vall d'Unarre, con el pueblo de Gavàs FOTO: ORIOL CLAVERA

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