La habitación oscura
Las novelas de Jordi de Manuel (Barcelona, 1962) son cada vez mejores. Pueden nombrase Mans lliu
res, L’olor de la pluja –una Barcelona del futuro con rondas aéreas y una sequía horrorosa–, y ahora esta historia de inmigración ilegal, centros de internamiento, robo y delincuencia a gran y pequeña escala.
-Habla de tráfico de órganos en Barcelona, y le creo.
-Bueno, esto es puramente especulativo. Existe el tráfico en China, que es brutal, en Kosovo también.
Aquí, al menos todavía, no.
-Usted es biólogo.
-Soy biólogo, sí, naturalista. Cuando salgo a la montaña disfruto, y esa curiosidad también tiene incidencia en mis libros. Digamos que este componente científico de mi persona me ayuda como escritor.
-Perdone ¿por qué le da una vida tan difícil a su policía Marc Sergiot, y por qué el pobre es tan reservado?
-Dígamos que soy un poco distópico, como la Barcelona que aparece en L'olor de la pluja, Es decir, lo contrario de esa utopía que nos gustaría a todos. Pero en la próxima historia Sergiot se abrirá más.
-Habla de jóvenes con historias difíciles: un inmigrante marroquí, un delincuente de poca monta…
-A mí me interesaba la historia de un chaval que llega a aquí con un sueño y que luego es víctima de una mafia organizada. Y a la vez mi intención no es tanto mostrar crímenes sino poner sobre la mesa dilemas morales. Y, sobre todo, hay algo fundamental: crear una atmósfera. Hacer entrar al lector en una habitación oscura.