La excelencia
La ficción o la vida En tiempos de recortes, el Gobierno emprende la enésima reforma educativa
Una siempre tiene el deseo secreto que los gobernantes se olviden del mundo educativo y no intenten intervenir más, como si les agarrara una especie de lapsus repentino e ignorasen esta materia para dejar por fin libres a los educadores, pero, claro, nunca es así, y en tiempos de recortes, el gobierno ha tenido que reformar por enésima vez el mundo universitario.
Ahora se está revisando el sistema de becas y ya podemos empezar a temblar, pero los que tiemblan de verdad son los personajes de Els cal·lígrafs, de Núria Perpinyà: tres doctores y una doctoranda que ven atónitos comosu departamento dedicado a la buena letra se convierte en un anexo de las fuerzas del orden para formar simples grafólogos que persiguen delincuentes.
Mucho humor
El libro de Perpinyà es una caricatura con toques de humor lúcidos y plantea diversas cuestiones en boga: la crisis de las humanidades, la supeditación del mundo del conocimiento al mundo de la empresa, el descrédito de la excelencia, la burocratización ridícula y las relaciones de poder.
¿Es una obra de teatro? ¿Es una novela? En apariencia es teatro, pero que esté publicado en la colección Narrativa de Empúries ya nos da la pista que el libro invita a una lectura en clave de prosa, más que a una representación en los escenarios, aunque se haya hecho. Las acotaciones que la autora nos va colocando al margen son más axiomas, máximas y pensamientos, incluso chistes, que indicaciones para unos posibles actores. A Núria Perpinyà le gusta arriesgarse al límite de los géneros.
Naturalmente no es un libro que se pueda leer en clave realista, sino que nos habla de una universidad ideal, donde la inteligencia sí que parece que se valore. La doctoranda es sometida a unas pruebas muy exigentes, sobre todo por parte de la catedrática que le revisa la caligrafía de una manera obsesiva y le va mostrando el placer de las cosas bien hechas. También la instruye otro profesor, pero este la instruye en el amor y utiliza todos sus trucos de hombre experimentado para seducirla. Un tercer doctor, el más pragmático, parece ser el único preocupado para que la chica tenga un puesto de trabajo seguro como grafóloga policial. El libro se cierra con una escena que los deriva a personajes de una ópera desmedida porque quizás este es el género que mejor definiría Els cal·lígrafs.
Afortunadamente la realidad no es tan perversa como nos la pinta Perpinyà, por ahora, pero las caricaturas siempre han servido para alertar de situaciones irregulares. En los departamentos de nuestras universidades no hay doctores tan dramáticos, suelen ser más normales, digamos, aunque sus preocupaciones seguro que no se alejan tanto de las que la autora nos describe en clave de bendita ficción.