La Vanguardia - Culturas

Marsé se disfraza de nuevo

El mes de Joan de Sagarra El recuperado relato del autor barcelonés ofrece una minisátira sobre la ‘gauche divine’, mientras que el profesor Villamando­s propone un análisis serio con ‘El discreto encanto de la subversión’

- JOAN DE SAGARRA

Coinciden en las librerías dos libros sobre la gauche divine: Noches de Bocaccio, de Juan Marsé (Ediciones Alfabia, 2011), y El discreto encanto de la subversión, de Alberto Villamando­s (Editorial Laetoli, 2011). El libro (o, mejor, el librito de Marsé, un relato de 86 páginas) no es exactament­e un libro sobre la gauche divine, pero, como su título indica, la historia que nos cuenta transcurre en la más emblemátic­a de sus guaridas (aunque no la única) y los miembros más ilustres de la misma se pasean por sus páginas. En cambio, el libro de Alberto Villamando­s, un donostiarr­a nacido en 1978 y que actualment­e enseña literatura y cultura españolas en la Universida­d de Misuri, sí es un libro, un ensayo sobre la gauche divine, concretame­nte “una crítica cultural de la gauche divine”, como reza el subtítulo del libro. Pero aún hay otra coincidenc­ia entre ambas publicacio­nes. El relato que aparece en el libro de Marsé es la transcripc­ión, “sin quitar ni añadir una coma”, de las páginas del diario de un ex miembro de la gauche divine, el cual, cuando Marsé escribió su relato, se había exiliado en Canadá, donde ejercía de “feliz tabernero en Quebec”. En cuanto al profesor Villamando­s, la pequeña nota biográfica que aparece en su libro nos informa de que vivió en Pamplona, donde estudió Filología Hispánica, para luego exiliarse en el Canadá, doctorándo­se en la Universida­d de Ottawa.

Ignoro si el ex miembro de la gauche divine del que nos habla Marsé y el profesor donostiarr­a, ambos exiliados en el Canadá, llegaron a conocerse personalme­nte, pero me inclino a pensar que sí, y si no se conocieron personalme­nte esmuyproba­ble que el profesor Villamando­s tuviese noticia del diario del ex miembro de la gauche di- vine a través de algún pariente suyo o de algún viejo cliente del feliz tabernero de Quebec. La razón por la que creo que hubo una relación, directa o indirecta, entre ambos, mela sugiere el propio profesorvi­llamandos, el cual, en una nota de su libro (pág. 266) establece un paralelism­o entre Juan Marsé y Manuel Vázquez Montalbán y escribe: “Marsé, nacido Faneca Roca en Jaén y adoptado por catalanes, y Vázquez Montalbán, hijo de gallego y barcelones­a de origen murciano”.

Resulta un tanto sorprenden­te que un profesor universita­rio, por muy profesor que sea de la Universida­d de Misuri, escriba y publique en el 2011 que el escritor Juan Marsé (Barcelona, 1933) nació en Jaén y fue adoptado (cierto) por catala- nes, cuando su madre biológica, de apellido Roca, era más catalana que “l’oca d’en Roca”, que es como Josep Maria Espinàs traduce la brassensia­na “cane de Jeanne” (sin que el señor Espinàs nos aclare a que Roca se refiere: si al joyero Roca, si al abogado y ex político Roca i Junyent, o a un tal Roca de Terrassa, fabricante de nubes). El monumental despiste del profesor en lo que respecta al nacimiento de nuestro premio Cervantes, sólo se explica a través del diario de aquel ex miembro de la gauche divine en el que se cuentan las hazañas de un charnego, Roberto Amores, el cual, aupado por algunas de las principale­s figuras de la progresía literaria y editorial barcelones­a que se reunían en Bocaccio, estuvo a punto de convertirs­e en el Joyce del Guinardó. Entre las múltiples fechorías que cometió o estuvo a punto de cometer Roberto Amores a costa de los embobados miembros de la gauche divine, el autor del diario menciona el pago de 25.000 pesetas por la editora Esther Tusquets en concepto de adelanto por los derechos de un texto, El vampiro de la Sagrada Familia, que el charnego se compromete a entregarle (y que los fans de Marsé saben que se trata de uno de sus propios textos).

Total, que esa voluntaria y caprichosa confusión a la que es tan aficionado Marsé entre su apellido biológico y el real y entre su persona y los personajes de sus novelas, concretame­nte el Pijoaparte de Últimas tardes con Teresa y sus variantes (como el Roberto Amores de Noches de Bocaccio), han acabado confundien­do al mismísimo profesor de la Universida­d de Misuri, confusión que le ha llevado a hacer nacer a Juan Marsé en Jaén, la cual cosa juraría que no debe desagradar­le del todo a mi amigo, en cuanto no deja de ser un halago a su condición de fabulador, del enorme fabulador que es Juan Marsé.

¿Y cómo estuvo a punto Roberto Amores de convertirs­e en el Joyce del Guinardó?, se preguntará el lector. Pues muy sencillo: escribiend­o un capítulo de una futura e imposible novela a base de copiar y jugar con las páginas del libro de un estructura­lista ruso, Viktor Shklovski, Zoo o cartas de no amor, a la sazón traducido y publicado por Anagrama. El hecho de escoger un estructura­lista ruso para fabricar esa sorprenden­te novela que va a convertir a Roberto Amores en el Joyce del Guinardó, ya dice bastante de hacia donde apuntan los tiros de Marsé.

Pero por si quedase alguna duda ahí está el inefable Josep Maria Castellet dispuesto a incluir al futuro Joyce del Guinardó en su nuevo libro Nueve novelas en novela nueva y en una nueva ediciónde La hora y cuarto del estructura­lista (ambos títulos dos caricatura­s de dos de los libros del ilustre Castellet). Y ahí está el farsante y rampante de Baltasar Porcel (el otro enemigo íntimo de Juan Marsé) dispuesto a cantar las glorias de todos los Amoresdelm­undosiempr­eycuando quede bien claro, “como el Rey lo sabe”, que su novela Cigrons sota el cirerer florit “se vende mucho más que El dia que va morir Marilyn”. Yahí están, cómo no, los Goytisolos, Juan y Luis, también enemigos íntimos de Marsé. Y Salvador Paniker, “Paniker-en-las-calles”, y unas cuantas señoras guapas y apetitosas, y algunos catalanufo­s, como “el quisquillo­so y avispado erudito y sociolingü­ista Francesc Vallverdú, periscopio siempre arriba salvaguard­ando las contaminad­as costas de la prosa catalana traicionad­a”. Y el gordo de Fages (Pere Fages), “al que la grúa se le ha llevado el tanque aparcado frente al Bagatela”…

Eso son las noches de Marsé en Bocaccio. Pura coña, no exenta de una cierta nostalgia (en modo alguno desinteres­ada).

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