El guardián de los saberes
Biblioteca Nacional La institución del paseo de Recoletos celebra sus 300 años con una vasta exposición en la que, además de repasar su historia y mostrar sus tesoros, se reflexiona sobre su función en plena digitalización de sus fondos
La idea partió en diciembre de 1711 del padre jesuita Pierre Robinet, confesor del rey Felipe V, primero de la Casa de Borbón. Consistía en imitar el ejemplo de otros países europeos poniendo a disposición del público los fondos de la biblioteca real. Soplaban los primeros aires de la Ilustración, y aunque las aficiones del monarca se inclinaban más por los naipes que por los libros, lo cierto es que poseía una considerable colección de valiosos ejemplares traídos desde Francia.
El emplazamiento sería el pasadizo que unía el Palacio Real de Madrid con el vecino convento de La Encarnación. A la importante biblioteca que el rey Felipe IV había creado en la torre Alta del Alcázar de los Austrias se añadieron otras procedentes de donaciones y, sobre todo, de las incautaciones de los nobles que habían luchado en el bando contrario durante la Guerra de Sucesión. Algunas tan valiosas como las del marqués de Mondéjar, el arzobispo de Valencia, Antonio Folch de Cardona, o los duques de Uceda y Medinaceli. En el momento de su inauguración la Real Biblioteca contaba con más de 28.000 libros, 1.200 manuscritos y 20.000 medallas (la colección másgrande de Europa) de acuerdo con las tres secciones en que fue organizada. Para la adquisición de nuevos volúmenes se le asignó una dotación regular procedente de los impuestos del tabaco y los naipes.
A partir de ahí todo fue crecer de modo imparable. Medio siglo después el número de libros se había duplicado y el de manuscritos multiplicado por cuatro. En 1716 se creó el precedente del depósito legal que obligaba a depositar en la Biblioteca un ejemplar de todos los materiales salidos de las prensas españolas. Aunque el mayor incremento de fondos se produjo con la desamortización cultural que en 1869 estableció que “todos los archivos, bibliotecas, gabinetes y demás colecciones de objetos de ciencia, arte o literatura que están a cargo de catedrales, monasterios y órdenes militares” pasaran a ser propiedad del Estado.