La Vanguardia - Culturas

El regreso del señor del ‘freak folk’

El cantautor norteameri­cano de sangre venezolana llega a España para presentar su octavo disco

- SERGI SIENDONES

No está demasiado claro si la gran novedad sobre Devendra Banhart este año ha sido la llegada de su octavo disco, después del tropezón que supuso What will we be (2009), o que se ha cortado la barba de apóstol y la melena de sexy cristo neohippy. En serio, el cambio de look del músico venezolano estadounid­ense ha sido para sus fans un tema tan comentado como la notable calidad de Mala, su nuevo largo, con el que se sitúa otra vez en el punto de mira musical tras cuatro años de retiro.

El que fuera noviete de Natalie Portman –la gente no sabía a quién de los dos envidiaba más– ha pasado un tiempo concentrad­o en el otro pilar de su creativida­d, el arte visual, del que ya habíamos podido disfrutar como elemento integrado en sus discos. Seguro que el parón le ha venido tan bien a sus dibujos como a su trayectori­a de estrella alternativ­a que casi se la pega por culpa de una sobreprodu­cción musical (siete álbumes en siete años) que acabó con malos resultados comerciale­s, y porque se estaba convirtien­do en el chico de los tatuajes y los vídeos con novias de calendario indie, más que en el respetable icono del movimiento new weird america que es, admirador de Caetano Veloso y portador de un folk friqui e irónico, suave, místico, bonito, divertido... poscoital.

Devendra ha expuesto en San Francisco, Bruselas, Madrid, Nueva York... ha colaborado con Yoko Ono y comisariad­o una exposición en México D.F. en la que participar­on Beck, James Franco o Fabrizio Moretti (The Strokes), entre otros. Pues bien, resulta que mientras se concentrab­a en su arte visual encontró nueva novia, Ana Kraš, una fotógrafa y diseñadora de muebles serbia que tenía que retratarlo para una revista europea. Ahora viven juntos en el Lower East Side de Nueva York y el nombre del nuevo trabajo del músico, Mala, se debe a un descubrimi­ento que hi- zo gracias a Ana: que dicha palabra, que en español tiene un valor negativo, en serbio se usa como apelativo cariñoso (“pequeño/a”).

El octavo disco del señor del freak folk es muy agradable, entra con suavidad. Hay un equilibrio buscado en Mala, nada de salidas de tono ni excesiva sobreactua­ción, más bien una acertada coherencia que deja respirar lo justo y necesario las rarezas del artista. Por ejemplo, en lo que a lo sonoro se refiere, Für Hildegard Von Bingen tiene alma de hit gracias a un rasgado de guitarra y de voz muy acorde con estos tiempos de indie rock lento. El detalle curioso es que la canción le debe el nombre a una abadesa y mística alemana del siglo XII (a la que el papa Benedicto XVI otorgó el título de doctora de la Iglesia) y que trata de cómo abandona la congregaci­ón para convertirs­e en videojocke­y.

Le sigue Never seen such good things, con un alegre discurso antirománt­ico: “Si alguna vez volvemos a hacer el dulce amor, estoy seguro de que será bastante desagradab­le. Una carrera hasta el final. El recuerdo de una ceremonia tan vacía, amarga, aburrida y hueca”. Una actitud parecida conserva la caribeña Mi negrita, donde Devendra vuelve a usar su incorrecto pero efectivo español (“ven amor, disfruta mi grasa alrededor de ti”), y Your fine petting duck, un curioso dúo con Ana Kraš en el que ella le pide volver (“vuelve cariño, nunca le quise de verdad”), pero él le recuerda lo mal que estaba ella antes de irse con otro (“si él te hace llorar mucho, recuerda que conmigo nunca parabas”). Completan el disco un corte instrument­al en honor

La suave coherencia de ‘Mala’ deja respirar las rarezas de Devendra sin perder de vista su labor musical

a Keenan Milton (el famoso skater fallecido en el 2001), la pareja Won’t you come over (con un toque reggae) y Won’t you come home (puro Devendra, sonido atmosféric­o y contenido poscoital: “¿Por qué no quieres quedarte aquí, suspendida en los brazos muertos de un año que ha terminado?”), y Mala, una breve joya de frase lapidaria recitada en español que se queda bien adentro: “Ha pasado el tiempo y hay que aceptarlo”.

Quizá Mala no iguale la enorme personalid­ad creativa mostrada en Cripple crow (2005), pero supone una más que notable vuelta al ruedo. Y todos tranquilos, que podremos ver el nuevo corte de pelo de Devendra en vivo y en directo. El próximo martes toca en Barcelona y elmiércole­s en Madrid. Valdrá la pena, llevad a vuestras novias. Si Banhart no se quita la camiseta, todo irá bien.

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