La Vanguardia - Culturas

Familias literarias

Las tortuosas relaciones entre padres escritores y sus hijos llevan al autor irlandés Colm Tóibín a reunir en un delicioso libro reflexione­s sobre la necesidad de liberarse de cargas para ser uno mismo en la propia creación

- ROBERT SALADRIGAS

Ha contado Colm Tóibín (Enniscorth­y, Irlanda, 1955) que su madre, poeta ocasional, había publicado algunos poemas en la prensa local, seguía con interés la carrera literaria de su hijo y que una vez, tras sentirse aludida en una de sus novelas, le amenazó con novelar su propia versión de la historia. Al morir los padres, Tóibín se sumió placentera­mente en el silencio (“me crié en una casa donde había mucho silencio…”) que reinaba en la vivienda y en su vida. Y en medio de la soledad y la quietud empezó a pensar en las tortuosas relaciones entre padres e hijos escritores –por ejemplo entre Henry James y su madre, entre W.B. Yeats y su padre, entre Samuel Beckett y su madre, entre Jorge Luis Borges y su padre, entre Thomas Mann y sus cinco hijos…– y de ahí pasó a reflexiona­r sobre la influencia de la memoria en el presente, la mucha o nula importanci­a de la tradición oral, la necesidad de liberarse de cargas superfluas para poder ser uno mismo en la propia creación… Y cosas por el estilo.

Tales reflexione­s el autor irlandés –creo haber leído que no le gusta que lo llamen narrador– las ha reunido en un libro que considero delicioso. Tengo la impresión de que todo el que aprecie la buena literatura habrá de compartir mi opinión: sin querer exagerar, es una de las obras intelectua­lmente más sólidas, sutiles e interesant­es editadas en este semestre. Posee una intensa amenidad y un ritmo nada frecuentes. Eso se explica por el he- cho de que Colm Tóibín no es tanto un avezado ensayista –aún siéndolo– cuanto un novelista –¿recuerdan su última y estupenda novela, Brooklyn?– que disfruta hilvanando historias con el propósito que algún lector goce con ellas.

El libro, encabezado por ese título rutilante, magnético, Nuevasmane­ras de matar a tu madre ( New ways to kill your mother, 2012), es un conglomera­do de biografías de escritores y sus vínculos afectivos que empieza en tierra irlandesa con Jane Austen, William yHenry James, Brian Moore, J. M. Synge, Sebastian Barry, Roddy Doyle –pa-

¿Es preciso matar a la madre (y/o al padre) si se quiere escribir libre de coacciones a menudo insuperabl­es?

dres, tíos y abuelos de Colm Tóibín estuvieron comprometi­dos con la independen­cia de Irlanda y las actividade­s clandestin­as del ejército republican­o–, y sigue en otros lugares del mundo con Thomas (y Heinrich) Mann, Borges, Hart Crane, Tennessee Williams (y su hermana Rose), John Cheever (y sus conflictiv­as relaciones familiares). Y por último, el capítulo tal vez más interesant­e dedicado al novelista de color y homosexual James Baldwin (1924-1987), símbolo de la ambigüedad norteameri­cana, que cierra el volumen, junto con Obama, presentado­s ambos como “hombres sin padres”.

Nada, ni siquiera lo más trágico, grotesco o contradict­orio, resulta extraño porque todo forma parte de la vida y de la conciencia emotiva. Conviene advertir que pese a la abundante documentac­ión recopilada por Tóibín, que maneja con suma habilidad para reconstrui­r biografías y analizar textos de ese puñado de grandes de la creación literaria, en el fondo se sirve de ellos para hablarnos de sí mismo como persona y como escritor en un mundo de colores y sombras que ante él, como ante nosotros, aparece cargado de densidad y exige dosis de lucidez el intento de explicarlo. Pintarse a sí mismo observándo­se en la superficie reflectant­e de los maestros es lo que hace Tóibín armando, pieza a pieza, un discurso de alta literatura que brota como algo lógico y excepciona­l del espíritu y la inteligenc­ia.

En el libro hay numerosos pasajes que reclaman ser subrayados. ¿Es preciso matar a la madre (y/o al padre) de mil y una maneras si se quiere escribir libre de coacciones a menudo insuperabl­es? El dramático testimonio de Klaus, primogénit­o de Thomas Mann, parece afirmarlo. ¿O tal vez es aconsejabl­e valorar el perverso tira y afloja entre una generación y la anterior, juego que puede desembocar en fracaso (para unos) y estímulo (para otros)?. En definitiva, ¿cómo exponer el profundo misterio de la gran literatura? El arte de recrear –sin miedos– el mundo a semejanza del artista que lo interpreta. Un maravillos­o prodigio.

 ?? IMAGNO/GETTY IMAGES ?? Katia Mann (Katharina Hedwig Pringsheim), esposa del escritor alemán Thomas Mann, con sus seis hijos en 1925
IMAGNO/GETTY IMAGES Katia Mann (Katharina Hedwig Pringsheim), esposa del escritor alemán Thomas Mann, con sus seis hijos en 1925

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