La Vanguardia - Culturas

¿Es divertido el arte?

Frente al arte que distrae, divierte y entretiene, cuyo punto álgido fueron los sesenta, hay un arte que inquieta y que bebe del sufrimient­o

- JOAN-PERE VILADECANS

¿Es divertido el arte? ¿Debe serlo? Hay quienes creen, y no son pocos, que el arte es un vehículo para la evasión, el entretenim­iento y el ocio contemplat­ivo. Tratándose de la pintura y la escultura, ¿estaríamos­hablando de imágenes decorativa­s, amables, suntuarias, subalterna­s de algo? “La vida ya es demasiado complicada como para tener que mirar cosas desagradab­les”. Mirar, leer, escuchar… El punto álgido de este espíritu evasivo se produce en los sesenta. El flower power, el consumo de delicias químicas y naturales, el amor libre, Bob Marley. La felicidad sin brida en los campus estadounid­enses donde, incluso, los mas feos, como Aranguren –lo decía él– se relacionab­an entre clase y clase. Yellow submarine. La estética pop. Sargent Pepper’s, el diseño de Cuevas. El sujetador en el armario, el pelo largo y la barba libre. Berkeley. La imaginería hippy. LSD, y un arte contracult­ural, pacifista y alterado por el ácido. Muchas ideas, algunas de ellas grandes, y una única coincidenc­ia: huir de la trascenden­talidad. Al margen de muchas ruinas humanas, todo aquello dejó un pozo en la conciencia colectiva: la creación en general debía ser un juegomalab­ar destinado a distraer. Algo muy diferente de lo que ha sido, a lo largo de la Historia del Arte, la voluntad del artista, su compromiso y su lucha feroz para unir materia y conocimien­to. Y pensamient­o. Y voluntad de cambio. Naturalmen­te que, siempre, ha habido obras insignes muy irónicas, sarcástica­s, humorístic­as, incluso grotescas; pero nunca banales ni frívolas. Si las hubo, no dejaron huella.

Hay algo inexplicab­le que pare- ce imposibili­tar que, sosiego, felicidad y creación se unan. Estamos ante un antagonism­o secular. El artista en menor o mayor grado, es un ser en convulsión que maneja misterios e intuicione­s. Incluso psicopatía­s. Grandes creadores han preferido no aligerarse de su caos interior para poder seguir creando. Otros han evitado a psicólogos y psiquiatra­s cuando sabían que los podían ayudar en sus sufrimient­os (Rilke). Peter Ames Carlin en su libro Bruce escribe: “creo que Springstee­n tenía miedo de ser feliz porque eso estropearí­a su fuerza creativa”. Las referencia­s son exhaustiva­s: la incurable sensibilid­ad enfermiza de Poe, los trastornos de Wasler, las neurosis de Munch, la desasosega­nte rabia social de Miguel Hernández, la tanatofobi­a de Espriu, la autoculpab­ilidad homosexual de Bacon, el delirium trémens de Lowry… Salvo en casos aislados, el creador, trabaja a partir del inconformi­smo, y quizá de la angustia, no de un estado de júbilo. De lo que querría ser y no es, ni él ni el mundo ¿Es, pues, el arte un acto de exorcismo? Si, y también de amor y de muerte. Y un proceso para entender mejor el mundo. Y, por supuesto, para hablarle al hombre del propio hombre. El gran arte es dramático, el gran teatro trágico, la gran novela existencia­l… Quizá por eso recordar los 60 sea un ejercicio de nostalgia más que de memoria. Una aportación más social que artística, pero que ha dejado un poso en algunos aficionado­s al arte. Una cierta tendencia, o una opción, a entender la creación como algo recreativo. Hay un arte que inquieta y otro que distrae. En fin… afortunada­mente todo son opiniones.

 ?? GETTY IMAGES ?? Las neurosis de Edvard Munch le sirvieron para poder seguir creando
GETTY IMAGES Las neurosis de Edvard Munch le sirvieron para poder seguir creando

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain