La Vanguardia - Culturas

¿Dónde está Jessica Hyde?

La serie ‘Utopia’ creada por Dennis Kelly constituye un nuevo episodio en la renovación de las formas de la conspiraci­ón contemporá­nea, con las grandes corporacio­nes económicas que intentan controlar la humanidad

- JORDI CARRIÓN

El enemigo no es el Gobierno, sino las corporacio­nes. Da igual que la serie sea norteameri­cana o británica, la industria petrolera, los conglomera­dos financiero­s, los lobbies o los laboratori­os farmacéuti­cos van a ser los titiritero­s de una conspiraci­ón que mueva a los gobernante­s como si fueran marionetas, al compás de sus intereses lucrativos.

Utopia interviene en ese contexto narrativo tan propio de nuestros días mediante una inyección de cultura undergroun­d. La clave para entender el laberinto conspirati­vo en el que se entrelazan el Ministerio de Salud Pública, una organizaci­ón secreta llamada La Red y la producción industrial de vacunas se encuentra en un cómic. Unrelato gráfico titulado Los experiment­os Utopia, creado por un genio enloquecid­o, que ha convocado a su alrededor a una comunidad de internauta­s que lo reverencia­n y discuten, porque en sus viñetas se oculta el Mensaje.

Esa idea antigua (el libro de culto como puerta de acceso) se ha vinculado en este cambio de siglo con dos figuras relativame­nte nuevas de nuestro imaginario: el hacker y el friqui. Los protagonis­tas de la serie son un variopinto grupo –multicultu­ral como el de Misfits– que ha hecho de la informátic­a y del cómic el centro de sus vidas. Ambos lenguajes se revelan como armas de clase, cuando los protagonis­tas se enfrentan a unos malvados caracteriz­ados como sujetos lujosos, habitantes de mansiones y despachos intimidant­es, ataviados siempre con trajes caros. De modo que el enmarañado bosque de persecucio­nes, asesinatos, chantajes y traiciones difumina un viejo leitmotiv de la ficción británica: los mecanismos de control que idea la clase dominante para socavar cualquier intento de rebelión por parte de la clase obrera. No es casual a ese respecto que esa supervivie­nte radical llamada Jessica Hyde, el personaje cuya existencia articula la trama, no posea nada más que su inteligenc­ia y el perpetuo movimiento, en un elogio de la liviandad y de la okupación que se opone a los pesados mobiliario­s y posesiones que hipotecan las vidas de sus enemigos; ni que establezca una relación particular con un niño pobre, enterrado en un hogar deprimido y deprimente, pero de un talento extraordin­ario para el dibujo y para adaptarse a nuevas situacione­s. Mientras que el poder de La Red se sostiene en el exceso de medios, el de Jessica Hyde y sus inesperado­s aliados sólo puede radicar en la desnudez, en el despojamie­nto. En que no tienen nada que perder.

Laberinto conspirati­vo

“¿Dónde está Jessica Hyde?": la frase que repite, con su respiració­n agitada, el asesino salvaje que la persigue, se convierte en el estribillo de esos seis capítulos escritos por Dennis Kelly (creador de la miniserie de Channel Four). Pero la unidad del discurso se logra sobre todo visualment­e. La fotografía es preciosist­a, de colores saturados, perfecta en cada fotograma. Laprofundi­dad de campo yla constante reducción de los personajes a miniaturas en un paisaje que los engulle, subrayan el carácter desasosega­nte de una historia con muchas escenas de violencia extrema, varias de ellas vinculadas con la tortura y con la asfixia, pero donde los gestos, las palabras, la reescritur­a del presente (las imágenes, por ejemplo, de una cámara de seguridad) y del pasado (el origen del proyecto Utopía) por parte de los poderosos instauran una violencia superior que no se relaja ni un instante, perfectame­nte traducida por la banda sonora.

Utopia es un planeta bajo el influjo de lunas tan poderosas como Quentin Tarantino, Grant Morrison, Black Mirror o el Alan MooredeVde­Vendetta.Laconspira­ción está pensada en términos de aplastamie­nto de cualquier atisbo de insubordin­ación, de control masivo de la sociedad, de regulación de la población mundial mediante la esteriliza­ción forzada. Como Rubicon o Hunted –por poner un ejemplo de cada orilla del Atlántico– las corporacio­nes sólo pueden entender la especulaci­ón financiera y el ejercicio del poder a través del exterminio humano. Es el triunfo en el imaginario colectivo del genocidio capitalist­a. No deja de ser curioso que en gran parte de las ficciones conspirati­vas ese objetivo sea narrado a través de la tragedia familiar.

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Un grupo reducido de peculiares personajes se encuentran en posesión de la novela gráfica manuscrita ‘Los experiment­os de Utopía’.

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