La Vanguardia - Culturas

Ángeles, esfinges, sepulcros y carroñas

El viaje de Joan Sales de la adolescenc­ia a la madurez a través de una experienci­a convulsa, entre la Guerra Civil y el regreso a Catalunya en 1951

- JULIÀ GUILLAMON

Se podría escribir un libro sobre la generación que en los años de la República accedió al mundo de la cultura e introdujo en sus escritos la desazón de la juventud: el malestar por los ideales que no se cumplen, la crítica social, los ataques de la sensualida­d, la inquietud religiosa. Viatge d’un moribund, el volumen que reúne los poemas de Joan Sales, es un de los libros con los que habría que contar, junto a Ariadna al laberint grotesc de Espriu, Diagonal de Ignasi Agustí, los poemas de Rosselló-Pòrcel y Joan Vinyoli. Existe una atracción por el lado oscuro de la vida, que a Sales le lleva a fijarse en Baudelaire y llenar sus versos de ángeles y esfinges, sepulcros y carroñas.

Los poemas escritos en Barcelona entre 1935 y 1936 revelan un temperamen­to adolescent­e, arrebatado, con una punta de retórica. Tomemos como ejemplo el poema Marcenc de Dalmàcia, que relata una visita al zoológico de la Ciutadella. El poeta ve dos jaulas de pájaros. En una, un pavo real: el esplendor de la belleza exótica, con el grito que resuena obsesivame­nte. En la otra, una águila culebrera, cauti-

En uno de los poemas de México la lluvia empapa la pared, el pasado emerge como una mancha de moho

va y desplumada, que suelta un gemido sordo. El poeta se identifica con el gemido que se le clava en el alma del ave de las altas montañas reducida a prisión, como el poeta romántico atrapado en la realidad terrena.

Las circunstan­cias de la guerra y del exilio convirtier­on el Viatge d’un moribund en el testimonio de un anhelo frustrado. Sales continuó escribiend­o sus poemas en la Escola de Guerra, en el frente, en Madrid y en Xàtiva. Ymás adelante en San Pedro de Macorís (República Dominicana), donde pasó un año, en México D.F. y en Coyoacán. Sufriendo por la juventud que se le iba de las manos, por la imposibili­dad de continuar la lucha, de ser fiel a sus ideales, como el águila culebrera en su jaula.

Los poemas de República Dominicana (Sales escribe siempre Illa d’Haití) no tienen equivalent­e en la poesía catalana moderna. Joan Sales, Núria Folch y su hija vivían en un bungalow, comido por las termitas, cerca de un matadero. En una fotografía que conserva la familia se ve la costa de piedra carcomida y un caballo (aquel “bestiar sense pastor” que aparece en el poema Adolescènc­ia). El trópico, con sus aromas podridos, la humedad febril, el exceso de vida que destruye la conscienci­a humana, se integró en elmundo baudelairi­ano de Sales y dio pie a algunos de sus poemas más rotundos. Por ejemplo L’escorxador, con la descripció­n del color de les vísceras –morados, verdes y grises armoniosos– que la naturaleza sabia y extravagan­te esconde a ojos de la gente, mientras exhibe el azul y oro de los atardecere­s de la manigua. Ocomo los poemas que dedica a la lluvia, con la sombra de una nube que tapa la casa y el sonido del agua sobre el tejado que recuerda el crepitar del fuego. La imagen del bungalow en medio del aguacero, aprisionad­o bajo la “gargolant cascada que va caient de les canals”, y el poeta taciturno, pensando en el pasado. La tormenta, “violenta i calenta / igual que un gran esclat de plors contra un coixí.” En los poemas que escribió más tarde en México, la lluvia empapa la pared yelpasado emerge comouna mancha de moho.

Night at Mexico City es uno de mis poemas preferidos de la tercera parte, escrita casi toda en Coyoacán. Sales asume un tono profético, describe la ciudad como un laberinto intestinal, una jungla tenebrosa y fosfórica. El poeta se refugia en su pequeño mundo seguro, pero el Absurdo llama a la puerta.

Tras la primera edición de 1952, Viatge d’un moribund se incorporó al volumen de Cartes aMàrius Torres. Quedó más como un testimonio vital que como una obra lírica. El volumen de Club Editor recupera una carta de Màrius Torres con comentario­s a una cuarentena de poemas de los noventa y uno que integran el conjunto. Torres se muestra fascinado por el temperamen­to y la fuerza de su amigo. Y en todo caso le critica la discontinu­idad de tono de algunos poemas con sus soluciones coloquiale­s. Sesenta años después. la fuerza se mantiene intacta.

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ARXIU JOAN SALES Joan Sales

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