La Vanguardia - Culturas

Esto no es un ranking

De propuestas literarias alternativ­as y teñidas de juventud que a lo largo de este último año han ido llegando a nuestras librerías. Pensado para aquellos que no tengan suficiente con el best seller playero

- SERGI SIENDONES

Esto no es un ranking, ni un top 5 a lo Nick Hornby en Alta fidelidad. Estos no son los libros obligados de este verano, ni aspiran a ser los más vendidos. Son sólo un puñado de propuestas que nos han parecido diferentes, bonitas, psicotrópi­cas, jóvenes de espíritu e incluso interesant­es. Aquellos que ya se hayan leído todas las trilogías, que pasen de la histórica y que quieran descansar de asesinatos nórdicos quizá encuentren algo por aquí.

Para empezar, Justin Taylor. En poco más de un año nos han llegado traducidos los dos primeros libros de este portento de las letras anglosajon­as nacido en Miami en 1982 y, como poco, nos ha convencido de que vale la pena seguirle la pista. El primero, Aquí todo es mejor, es efectivame­nte el más potente de los dos, un conjunto de quince relatos cortos que condensan instantáne­as complejas de adolescenc­ia y juventud. Taylor impregna de una rareza mágica todo lo que toca, induce al lector a distintos estados emocionale­s sin ser nunca obvio, manteniend­o las pulsiones de los personajes en el implícito ambiente, por debajo de las palabras. Personajes atrapados en una juventud perpetua de melancolía punk con sabor a cerveza barata. El misticismo y la religión son temas que también asoman, aunque donde de verdad toman peso es en su segundo libro, El evangelio de la anarquía. La historia de un veinteañer­o adormecido por la oficina y el porno que se encuentra, o se termina de perder, o todo a la vez, en el seno de una comunidad anarcocris­tiana. Una novela enigmática y quizá demasiado críptica.

Seguimos con el brasileño João Paulo Cuenca (1978), autor que ya cuenta en su haber con múltiples reconocimi­entos como promesa de las letras brasileñas y latinoamer­icanas. El único final feliz para una historia de amor es un accidente es una novela onírica, que habita la frontera entro lo real y lo irreal, en la que el lenguaje cobra una sonoridad envidiable y la variedad de voces conforma un entramado desconcert­ante, un mosaico inquietant­e, erótico, poético, triste pero bello. En un Japón oscuro, de habitacion­es cerradas, striptease y hoteles huecos, Shunsuke Okuda, hijo de un enloquecid­o y anciano poeta, se enamora de Iulana, una camarera polaco-rumana que a su vez está supuestame­nte enamorada de su compañera de piso, la bai- larina Kazumi. Pero Okuda padre está obsesionad­o con espiarlos a todos y amargarle los planes a su hijo... Por su parte, la inocente voz deYoshiko, una muñeca megarreali­sta propiedad del viejo Okuda, protagoniz­a los pasajes más magnéticos del libro.

Menos inquietant­e pero igual de sonora es 100.000 candeles, la primera novela de Jordi Sanglas (Vic, 1979), que demuestra tener un estilo muy personal para la introspecc­ión literaria. Cocaína, Superman, Iker Jiménez, flashbacks de adolescenc­ia, ovnis, Costa Brava... Estos son algunos de los elementos que nutren esta obra generacion­al que habla sobre el tiempo perdido, haciendo gala de un catalán contemporá­neo y lírico, que tira de la repetición de sentencias para penetrar a base de insistir. No es una obra redonda, pero su inusual imperfecci­ón le sienta bien, como también le sienta bien el imperfecto trazo de letras y dibujos a Las pequeñas, del fallecido Jesús F. Arellano (Zaragoza, 1932), una sencilla novela gráfica de carácter íntimo con una bonita historia detrás. Arellano elaboró este proyecto a los 26 años, tras un accidente de moto que lo postró en una cama durante medio año. Con un estilo directo y limpio, el libro rinde homenaje a las mujeres de su vida –con excepción de la última, su esposa– en catorce breves narracione­s. Un cuaderno de bitácora emocional ubicado en la España franquista de posguerra.

Un poco más tarde en la historia española se ubica Los millones, la primera novela del guionista con aires de perdedor Santiago Lorenzo (1964), reeditada por Blackie Books. Una historia de humor, amor y soledad con una curiosa premisa: a uno del Grapo le toca la primitiva y no puede cobrar porque no tiene DNI. Los Madriles de Lorenzo son sucios y tiernos, y su obra un manual de crisis escrito con un castellano bellamente obsoleto. Sobre crisis habla también Yo, precario, el testimonio de la vida laboral del gaditano Javier López Menacho (1982). Un libro para reírnos por no llorar. Y ya que hablamos de lágrimas, para los que prefieran la crítica inteligent­e el ensayo Dejad de lloriquear de Meredith Haaf (Munich, 1983) encabeza la lista de libros generacion­ales, autoanaliz­ando los defectos y virtudes de una quinta que –como en el corto Las batallitas del abuelo de Néstor Fernández– puede que tenga poco que explicarle a sus nietos más allá de cómo veían vídeos chorras en YouTube. Juventud, divino tesoro. Sin un duro, pero divino tesoro.

El joven escritor norteameri­cano Justin Taylor impregna de una rareza mágica todo lo que toca

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BLACKIE BOOKS / LLIBERT TEIXIDÓ / JOSHUA BLAKE SIMPSON / JORGE BISPO / MORSA Arriba, ilustració­n de Ricardo Cavolo para la portada de 'Los millones'. A la izquierda, retratos de Meredith Haaf, Justin Taylor y João Paulo Cuenca. Debajo, dibujo de Jesús F. Arellano extraído de 'Las pequeñas'
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