El misterio de la transmisión
‘Bajarí’, Barcelona en caló, penetra en las formas y en las emociones de cómo el cante, el baile y la cultura gitana se suceden entre diversas generaciones familiares. Una de sus protagonistas, la bailarina emergente Karime Amaya, actúa en el acto oficial
Recientemente me acerqué al Mas d’en Pic, el lugar en las afueras de Begur que Carmen Amaya habitó al final de su vida. Allí murió, con los riñones destrozados, pronto hará cincuenta años. La masía, con una torre de defensa que la singulariza, ahora está ocupada por una fundación que procura defender y preservar el medio ambiente. No pude acceder al interior, que acoge un espacio dedicado a la memoria de la mítica bailarina. Pero, más allá de recuerdos, de objetos que han vuelto, de lugares y de homenajes en el centenario del nacimiento de Carmen Amaya, ¿qué queda de ella?, ¿cómo se transmiten y encarnan sus huellas?, ¿la memoria de su arte se defiende y así se preserva? ¿esta memoria se hace viva, fluye y se renueva? De ahí que, paseando por los alrededores del Mas d’en Pic, pensara en Bajarí porque en su gestación pudo asumir estas preguntas y, vindicando esa memoria, en su formalización respondería queriendo dar cuenta de la existencia de unas huellas, de manera que la película puede sentirse habitada por el fantasma de Carmen Amaya que inspira a sus personajes. Lo que hace que este documental aborde algo escurridizo por participar de lo intangible: ¿cómo están los que ya no están?; también el misterio del ‘arte’ y de la transmisión a través suyo.
También podría haber empezado escribiendo que el segundo documental de Eva Vila se origina en el anterior, B-Side (2008), un viaje a una diversidad de músicas que circulan en Barcelona conformando una cara poliédrica que no está en el aparador más visible y audible. Un filme que también lo es sobre las formas de la transmisión, pues el deseo de ella está en el mismoacto de interpretar música y esta siempre va haciéndose recogiendo una herencia. Allí, Eva Vila, cuyos trabajos cinematográficos arraigan en el conocimiento y la sensibilidad derivados de su formación musical, encontró entre otros a jazzman, músicos experimentales, jóvenes intérpretes de música clásica, raperos y, ciertamente, rumberos. Y con estos últimos nació la idea de hacer presente que la rumba y el flamenco siguen vivos en la comunidad gitana de Barcelona y que continúan transmitiéndose en una ciudad que a menudo les da la espalda. Quizás también encontró una pista que pudo llevarla a un cantaor, Juan Manzano Coco,