La Vanguardia - Culturas

Un western en Gallecs

Tras su estreno mundial en el festival de Berlín, y en las salas de cine, ‘La plaga’ se ha convertido en un filme de referencia , por su capacidad de construir un pequeño universo antropológ­ico con relaciones de fraternida­d

- ÀNGEL QUINTANA

‘La plaga’, ópera prima de Neus Ballús, muestra una Catalunya mutante, poblada por gentes de culturas diferentes en momentos de adversidad

En los años previos al estallido del cine neorrealis­ta italiano, el joven Luchino Visconti publicó un mítico articulo en la revista Cinema donde reivindica­ba la necesidad de crear un cine antropomór­fico. Para Visconti, la cuestión clave residía en llegar a realizar un cine en el que la cámara estuviera a la altura del ser humano, que lo observara, que capturara sus pulsiones y convirtier­a las ficciones en un camino hacia la dignidad de lo humano. Estas reflexione­s tuvieron lugar a inicios de los años 40, cuando el concepto de humanidad había si- do destruido y saqueado por las fuerzas ocultas de la barbarie.

La plaga, de Neus Ballús, es quizás una de las pocas películas rodadas en Catalunya en las que esta vieja concepción del cine antropomór­fico encuentra su actualizac­ión. En su ópera prima, la cineasta parte de una cierta idea del documental observacio­nal para derivarlo hacia el retrato humano de un grupo y acercarlo a los parámetros de una cierta ficción en la que las leyes del conflicto central y de la causalidad nunca acaban de estallar. Todo esto se consigue debido a que la mirada de la cámara de Neus Ballús es, sobre todo, una mirada humana cuya preocupaci­ón no es tanto la de llegar a preguntars­e qué es lo que sucederá después de lo que estoy mirando, sino la de preguntars­e que es lo que ocultan estos seres humanos a los que robamos una parte de su intimidad. La mirada antropomór­fica estalla en un momento en que la cuestión de lapérdida de lohumano en el mundo contemporá­neo es debida a la insensibil­idad, la despersona­lización y la intoleranc­ia hacia el otro.

La plaga no quiere afiliarse en ese cine de la felicidad que enmascara con falsos humanismos sus trampas narrativas, su preocupaci­ón no es otra que la de mostrar y reconocer en el otro una parte de nosotros mismos.

Existe una teoría que indica que el elemento clave del documental clásico es la búsqueda de un tema. The act of killing, de JoshuaOppe­nheimer, para poner un ejemplo de discutible documental de moda, tiene un gran tema como es la conciencia asesina frente al pasado. Una vez apuntado este tema, el documental tiene que articulars­e como un ejercicio de demostraci­ón. La plaga no es una película con un tema concreto, sino con una serie de subtramas que se tejen pero sin voluntad de cerrarse y sin querer ser impermeabl­es. En lugar de un tema lo que domina es, ante todo, la existencia de un mundo que quiere convertirs­e en paradigma de lo que es en la actualidad una Catalunya mestiza y mutante. Este mundo está formado por una

La plaga en la cosecha puede convertirs­e en metáfora de la crisis económica y de sus adversidad­es Una Catalunya mutante poblada por gentes de culturas diferentes que buscan sus oportunida­des

serie de personajes de diferentes estratos, procedenci­as e incluso de diferentes culturas. En el epicentro está un payés llamado Raúl que vive tan atado a la tierra que tiene dificultad­es para poder estar con sus hijos y preocupars­e por ellos. También está una vieja mujer llamadaMar­ia, conproblem­as cardio- respirator­ios que ha debido abandonar su hogar y su tierra para instalarse en una residencia de ancianos. Maria es cuidada por una chica filipina cansada de trabajar diez horas diarias con ancianos que están condenados a una muerte próxima. Raúl tiene contratado un jornalero ruso llamado Iurie que quiere ser campeón de lucha grecoroman­a y que después de dos años en Catalunya no ha conseguido tener sus papeles en regla. También hay otros personajes secundario­s como una prostituta que busca clientes junto a la carretera y que quiere encontrar un trabajo más estable para alimentar a su familia. El paisaje que acoge estos personajes es un pueblo indetermin­ado situado entre Gallecs y Mollet del Vallès, en el que los campos están atravesado­s por una autopista. Cada uno de los personajes de La plaga tienen sus conflictos personales y los cuentan en un momento determinad­o.

En los primeros instantes del filme, el payés Raúl descubre una plaga de mosca blanca en su cosecha. La plaga, que da título a la película, puede convertirs­e en metáfora de la crisis económica o de la dificultad de la superviven­cia en un mundo lleno de adversidad­es, pero en ningún caso la película se centra en retratar su evolución sino es para profundiza­r en las relaciones humanas de los seres que están afectados por ella. Raúl se debatirá entre trabajar más o acercarse a sus hijos y tendrá problemas para mantener el contrato con Iurie que trabaja de jornalero en sus campos. El mosaico de experienci­as humanas acaba configuran­do una cierta idea de una nueva Catalunya rural que cuando había sido visibiliza­da lo había hecho desde el costumbris­mo o desde un cierto paternalis­mo. La Catalunya que muestra Neus Ballús es una Catalunya mutante en transforma­ción, atravesada por múltiples lenguas, poblada por gentes de culturas diferentes que buscan sus oportunida­des y afectada por una crisis interna que ha enterrado el bienestar.

Ballús observa el devenir de este territorio pero sin crear falsos efectos dramáticos, mostrando la emigración con absoluta normalidad y preocupánd­ose por atrapar esos ritmos de la naturaleza que, en el fondo, condiciona­n el devenir de lo humano. En los momentos finales del filme veremos a la entrañable Maria ingresada en el hospital amenazada por una muerte cercanay a un grupo de niños en un tractor cantando El pirata rata rata... Lo humano está perfectame­nte integrado en el devenir de la naturaleza y este devenir marca conductas, relaciones y existencia­s.

El cine antropomór­fico consigue con La plaga un interesant­e proceso de reactualiz­ación, mientras las fronteras entre el documental y la ficción se desintegra­n. Una vez más.

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Maria es una de las tres mujeres solitarias en ‘La plaga’, una anciana que tiene que dejar su casa para irse a vivir a una residencia de abuelos

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