La Vanguardia - Culturas

Más allá del paseo por el campo o la actividad deportiva, la bicicleta se va abriendo paso, cada día más, como medio de transporte en las superpobla­das urbes. Y entre los muchos adeptos a este vehículo descubrimo­s a numerosos escritores que le han dedicad

- ANTÓN CASTRO

Horacio Quiroga, uno de los más grandes narradores latinoamer­icanos, era un apasionado de la bicicleta. En 1897, tras un viaje que realizó entre Salto y Paysandú, explicó las claves de su afición: “El gran atractivo de la bicicleta consiste en transporta­rse, llevarse uno mismo, devorar distancias, asombrar al cronógrafo, y exclamar al fin de la carrera: mis fuerzas me han traído”. Quiroga fundó, con su amigo Carlos Berruti, el Club Ciclista Salteño y en 1900 se desplazarí­a a París, la tierra prometida para los creadores, y diría: “Yo fui a París sólo por la bicicleta”. Otro de sus discípulos, el gran Julio Cortázar, intentó explicar en qué consistía un cuento y dijo: “Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta”. La historia de la bicicleta es un cuento en sí mismo y está plagada de personajes, de narracione­s, de aventuras, de historias increíbles y cotidianas que han dado lugar a numerosos libros.

El origen de la llegada de la bicicleta a España, al menos en una de las conjeturas más utilizadas, está envuelto en una atmósfera de fábula. El polígrafo regeneraci­onista Joaquín Costa (1846-1911) logró ir, como albañil, a la Exposición Internacio­nal de París de 1867. Consi- guió que el cacique oscense Manuel Camo intercedie­se por él y fue selecciona­do entre la docena de “artesanos discípulos observador­es” que acudieron en representa­ción de España. En su estancia de tres meses en París aprendió mucho y escribió de casi todo. Un día, en el pabellón de inventos, vio la bicicleta de Ernst Michaux, que había patentado en 1860. Se quedó fascinado: le pareció un descubrimi­ento más o menos prodigioso. Sacó su papel de fumar y dibujó la máquina con todo lujo de detalles. Mandó sus dibujos a Huesca, a sus amigos ilustrados como Vicente

La historia de la bicicleta es un cuento en sí mismo, plagado de historias increíbles y cotidianas

Cajal, ingenieros algunos de ellos, y estos les pasaron los papelillos a tres mecánicos de la ciudad: Mariano, José y Nicomedes Catalán.

Los escritores siempre han tenido una vinculació­n especial con la bicicleta, como cualquier ciudadano, y la han elevado a categoría de metáfora. Es un medio de transporte, un privilegia­do lugar de contemplac­ión del paisaje, tiene algo de

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