Justicieros mediáticos
Una guapa periodista y un policía recio (pareja que dio a conocer en su anterior novela Tienes que contarlo) navegan en la opacidad informativa, los negociados sucios entre políticos y empresarios y las mentiras de la banca y los gobiernos. En esta novela que se lee con interés (y no poco estremecimiento) un consejero esconde su dinero en Suiza mientras quiere convencernos a todos de las maravillas de privatizar la sanidad pública. Este es un buen thriller que empieza conun crimenmuybien escenificado, una astuta intriga y una novela –a la que haré objeciones– en donde el autor trabaja con material candente, doloroso.
José Sanclemente es un hombre de los medios de comunicación –entre otros cargos tiene el de socio fundador de eldiario.es– y en su blog analiza ese mundo del que forma parte. En esta novela señala las mentiras de los periodistas, esclavos de sus patronos (tertulianos a sueldo del jefe). ¿Cómo poner en evidencia los delitos de quienes nos patrocinan, sea en un periódico o en un radio? ¿Están los tiempos, como hace esta chica guapa y valiente –¡ymuyjoven!–, de denunciar los delitos de sus patronos y a quien se le ponga por delante, a riesgo de perder el trabajo? ¿O eso solamente pueden hacerlo los héroes (guapos y jóvenes) de ciertas películas a los que estos dos, por otra parte, tanto se acercan? O los grandes periodistas muertos, cuyas vidas cuenta Terry Gould en la excelente Matar a un periodista (Los Libros del Lince). Y mucho más: aquí se desenreda la madeja de un premio literario millonario y se analiza (de forma incompleta) el tráfico de opinión y sus artífices. De modo que esta novela le pide a gritos, a esta reseñista, transparencia. Porque la gran paradoja de este thriller es que, dado todo lo que pone del revés, hasta se pone en pe-
Un consejero esconde su dinero en Suiza mientras quiere convencernos de privatizar la sanidad
ligro a sí mismo. (Por ejemplo, digo yo: la faja que envuelve esta edición está llena de frases elogiosas… de periodistas).
Sanclemente es arriesgado e imaginativo (y aquí hay un par de buenos personajes, sobre todo el becario). También, a fuerza de pintar la situación general, pone en un mismo saco a especies muy distintas. Parece mentira que pensase en abrirle los ojos al lector describiendo (con todos los tópicos) a un crítico que pone a parir colecciones