La Vanguardia - Culturas

Justiciero­s mediáticos

- LILIAN NEUMAN

Una guapa periodista y un policía recio (pareja que dio a conocer en su anterior novela Tienes que contarlo) navegan en la opacidad informativ­a, los negociados sucios entre políticos y empresario­s y las mentiras de la banca y los gobiernos. En esta novela que se lee con interés (y no poco estremecim­iento) un consejero esconde su dinero en Suiza mientras quiere convencern­os a todos de las maravillas de privatizar la sanidad pública. Este es un buen thriller que empieza conun crimenmuyb­ien escenifica­do, una astuta intriga y una novela –a la que haré objeciones– en donde el autor trabaja con material candente, doloroso.

José Sanclement­e es un hombre de los medios de comunicaci­ón –entre otros cargos tiene el de socio fundador de eldiario.es– y en su blog analiza ese mundo del que forma parte. En esta novela señala las mentiras de los periodista­s, esclavos de sus patronos (tertuliano­s a sueldo del jefe). ¿Cómo poner en evidencia los delitos de quienes nos patrocinan, sea en un periódico o en un radio? ¿Están los tiempos, como hace esta chica guapa y valiente –¡ymuyjoven!–, de denunciar los delitos de sus patronos y a quien se le ponga por delante, a riesgo de perder el trabajo? ¿O eso solamente pueden hacerlo los héroes (guapos y jóvenes) de ciertas películas a los que estos dos, por otra parte, tanto se acercan? O los grandes periodista­s muertos, cuyas vidas cuenta Terry Gould en la excelente Matar a un periodista (Los Libros del Lince). Y mucho más: aquí se desenreda la madeja de un premio literario millonario y se analiza (de forma incompleta) el tráfico de opinión y sus artífices. De modo que esta novela le pide a gritos, a esta reseñista, transparen­cia. Porque la gran paradoja de este thriller es que, dado todo lo que pone del revés, hasta se pone en pe-

Un consejero esconde su dinero en Suiza mientras quiere convencern­os de privatizar la sanidad

ligro a sí mismo. (Por ejemplo, digo yo: la faja que envuelve esta edición está llena de frases elogiosas… de periodista­s).

Sanclement­e es arriesgado e imaginativ­o (y aquí hay un par de buenos personajes, sobre todo el becario). También, a fuerza de pintar la situación general, pone en un mismo saco a especies muy distintas. Parece mentira que pensase en abrirle los ojos al lector describien­do (con todos los tópicos) a un crítico que pone a parir coleccione­s

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