La Vanguardia - Culturas

Agentes dobles en Barcelona

- MIQUEL ESCUDERO

Este libro trata de un asesinato político en la Barcelona de 1943. Sus autores son historiado­res especialis­tas en el período de posguerra de nuestra ciudad y han hecho una minuciosa y exhaustiva investigac­ión de archivos y del sumario judicial. Ya en democracia, Huertas Clavería fue el primero en tratar ese crimen en la prensa.

Su móvil sigue siendo un enigma, pero Mota y Tébar se inclinan a creer que la orden de matar a aquel espía de segunda fila salió del consulado británico de Barcelona. Joaquín Gastón, de 37 años de edad, había estado del lado republican­o y en 1939 actuaba como enlace de la CNT para organizar huidas del país. No se sabe cuando empezó a actuar para los británicos en el M19. Pero parece que pocos meses antes de su muerte pasó a ser confidente de la policía, y fue un espía doble a quien los alemanes considerab­an intocable.

Esta es una historia sórdida y vieja como la condición humana: arribistas y delincuent­es violentos blindados como patriotas y manipulado­s en la sombra. En la farsa cuartelera de aquel enemigo del Estado de derecho que fue el régimenfra­nquista, pistoleros falangista­s campaban a sus anchas bajo la protección del camarada Correa Véglison. Las rencillas personales estaban a la orden del día. Por indicación de un comandante de la Guardia Civil –que había construido una falsa biografía sobre su actuación en la guerra y era un desalmado sin escrúpulos– una cuadrilla de descerebra­dos secuestró a Gastón durante tres días; unos guantazos y una purga de ricino.

La circunstan­cia estaba envuelta en nervios y tensiones fuertes. Hacíaquinc­e días que Skorzeny había rescatado a Mussolini, y estaba a punto de hacerse saber la retirada de la División Azul. Unmes después iba a haber un canje en el puerto de Barcelona de prisionero­s alemanes y anglo-americanos. Alas pocas horas de morir Gascón,

Los autores se inclinan a creer que la orden de matar al confidente Gastón salió del consulado británico

fue descubiert­o su cadáver. Estaba depilado y con bragas, se quería hacer ver que era un crimen pasional. Notardaron en haber detencione­s, hubo juicio a los cinco meses. Ante el consejo de guerra, el comandante inductor de la muerte se declaró inocente. Le cayeron cinco años y privación “del derecho de sufragio”, tal cual. Al medio año, tras pasar por el consejo supremo de justicia militar, las condenas quedaron para todos más o menos en la mitad de tiempo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain