Ceesnooteboom cumple 80 años
Con el autor holandés en su casa menorquina, donde pasa los veranos, mientras se suceden las antologías y los homenajes a su figura
Ha cumplido ochenta años y hace tres días que se dedica exclusivamente a escribir e-mails de agradecimiento por los regalos, las cartas, las atenciones recibidas. “Antes era mucho más sencillo”, me dice Simone Sassen en inglés, “no había móviles y el cartero venía sólo una vez al día, con algunas cartas, revistas y libros, ahora las llamadas y los e-mails son continuos, es imposible desconectar”.
Antes era hace más de cuarenta años, cuando se reformó esta casa de campo en Sant Lluís, a cuatro kilómetros y pico de Maó. Antes era hace quince años, cuando se podía vivir sin internet. Pero antes podría ser también hace una semana, cuandoél aún nohabía cumplido ochenta años y la editorial Suhrkamp no había reunido en un único volumen toda su narrativa traducida al alemán; y en Holanda no se planeaba un homenaje con sede en el Rijksmuseum; y todos los medios de comunicación de Europa Central no lo perseguían para una entrevista, una nota, una declaración. Antes se podría haber rodado aquí una película que se titulara El cartero y Cees Nooteboom, pero desde que se impuso el correo electrónico el único correo físico que llega con regularidad es el de los libros que les renvía a esta dirección la persona que cuida su domicilio de Amsterdam.
El gran buzón
En la pantalla del ordenador, un e-mail a punto de ser enviado. El dedo índice pulsa una tecla y la pantalla cambia y el e-mail desaparece en ese gran buzón que es el ciberespacio. Cees Nooteboom se gira y nos saluda. Recuerda a Picasso cansado. O a Picasso, simplemente, porque es sabido que el pintor se maquillaba antes de ser fotografiado en pose de minotauro. No hay manera de que se recupere del fuerte resfriado que contrajo en América Latina: “es un misterio, llamé a mi cuñado, que es médico, y me recetó antibióticos, pero ya los he terminado y todo sigue igual”, explica en español. Mocasines oscuros, pantalones blancos, camisa azul de manga corta. Hace cerca de cinco años que trabaja en este estudio con aires de santuario, a unos cien metros de la casa. En el escritorio tan sólo está el portátil, un fichero de bibliotecario y algunas hojas impresas. Frente a él, una mesa con caballetes llena de libros, uno al lado del otro, como en una librería: entre otros títulos, la última novela de Peter Nadas (“que ha escrito durante dieciocho años, unas cien páginas por año”), Los anillos de Saturno de Sebald y un libro de Alejandro Zambra también en alemán. “¿Has leído a Valeria Luiselli?”, mepregunta, “yo prologo la edición en inglés de Papeles falsos”. Admirado por su talento, Nooteboom ha adoptado a Zambra y a Luiselli, que podrían ser sus nietos. De sus recientes días en México, un país casi tan central como España en su topografía literaria, ha vuelto impresionado por la oratoria y la sabiduría de Juan Villoro: “Tuvimos una conversación en la Casa Universitaria del Libro y consiguió disimular mis problemas con el español y tener al público hipnotizado”.
Nos enseña el libro sobre Japón que acaba de publicar, Saigoku - Pilgrimage of the 33 Temples, con fotografías de Simone. En su enési-
Admirado por su talento, Noteboom ha “adoptado” a autores en español como Zambra y Luiselli
macolaboración, en treinta y cinco años de convivencia, con títulos como Tumbas de poetas y pensadores y Ultima Thule. Ella es de una delgadez nerviosa y de una belleza morena.
Es extraño estar aquí, en esta casa, que ya conocía por Lluvia roja, un libro de memorias protagonizado por Menorca; en este jardín, que el escritor describe en su último libro traducido, Cartas a Poseidón, un diálogo con la divinidad del mar que aquí se siente tan cercana: “Las palmeras, el hibisco, los cactus, el papiro, plantas que no sobrevivirían en la bruma fría del norte”. Mientras señala algunos tiestos con especies diversas y áridas nos dice que todo esto va a ser un jardín de cactus, “porque viniendo sólo a pasar los veranos y sin ser jardinero no puedes pretender milagros”.
Como entodas las fincas menorquinas, los muros de pared seca se-