Nuevo cine israelí
Filmoteca de Catalunya Un ciclo en la sala del Raval reúne algunas películas recientes del cine israelí que, pese a los premios obtenidos, no han encontrado aún una salida de distribución entre nosotros. Se trata de un cine que se interroga sobre su propi
La Filmoteca de Catalunya reúne películas reconocidas, e inéditas entre nosotros, sobre el malestar ante un poder belicista y viril
En 1982 David Perlov registró en su diario filmado las manifestaciones en Tel Aviv en contra de la guerra del Líbano. También el malestar y la indignación personales y por parte de la sociedad israelí ante la complicidad de su ejército y de su Gobierno en la matanza de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Allí quedó ese gesto testimonial crítico y doliente de uno de los cineastas israelíes fundacionales. Pasados 25 años, tres directores evocaron uno tras otro su experiencia como soldado israelí en aquella primera e interminable guerra del Líbano. El último fueSamuel Maoz con Lebanon, un ensayo de filmar la guerra desde el punto de vista de cuatro soldados encerrados en un tanque cuya mirilla se identifica con el objetivo de la cámara: una posible metáfora de la mirada bélicamente sesgada y encerrada de la sociedad israelí. El filme ganó en el 2009 el Leónde Oro en Venecia y, hibernado en el catálogo de Vértigo Films, aún no se ha estrenado en España.
Un año antes, Ari Folman presentó en Canes un filme, Vals con Bachir, con el cual prácticamente inventó un género: el documental de animación. Su origen es un agujero negro en la memoria del cineasta: ¿dónde estaba, qué hacía, cuando se per- petró la masacre de Sabra y Shatila? Una amnesia que no es ajena a la sociedad israelí aunque haya desarrollado un sentimiento de culpabilidad por la responsabilidad de su país en aquella matanza. El primero fue Joseph Cedar, que, en Beaufort (2007), encierra un grupo de soldados en una base asediada por la artillería de Hizbulah. Cedar atiende más al interior que al exterior para observar la lucha de cada soldado para evitar la locura. También puede entreverse una dimensión simbólica en relación con una sociedad que cultiva la paranoia sintiéndose siem- pre (con motivo o no) amenazada.
Inédita comercialmente en España, Beaufort es la única película de las tres integrada en el ciclo Israel, la dificultat del mirall que, reuniendo títulos de la última década, ofrece actualmente la Filmoteca de Catalunya y dentro del cual también se ha proyectado otro filme de Cedar, Heerat Shulayim ( Footnote), premio al mejor guión en Cannes 2011 y del cual se anuncia su próximo estreno en España con el título Nota a pie de página. Es una comedia ácida (o quizás una tragedia no menos ácida) muy interesante sobre la rivalidad entre un padre y un hijo, dos profesores universitarios estudiosos del Talmud que ejemplifican la permanente discusión sobre los textos sagrados que caracteriza la cultura judía, pero también encarnan respectivamente actitudes viejas y nuevas en el mundo académico.
Volviendo a los filmes sobre la guerra del Líbano, Gideon Levy, editorialista del diario Haaretz, afirmó que, a pesar de todo, prolongan una tradición militar israelí así resumida: “Disparamos y luego lloramos”. De la polémica se hace eco Ariel Schweitzer en un esclarecedor libro reciente, Le nouveau ciné-
maisraelien, publicado por la editorial belga Yellow Now. Schweitzer considera que el nuevo cine israelí ha creado ciertamente un espejo que refleja la sociedad de una manera que, abordando su complejidad, contradice la imagen oficial homogénea.
Analizando los temas y perspectivas del nuevo cine israelí, Schwitzer concede a las mujeres, siendo protagonistas o directoras de las películas, un papel fundamental dado que propician una ruptura con una tradición cinematográfica y un sistema de valores viril y a menudomachista que arraiga en la mitología sionista que, menospreciando la fragilidad del judío de la diáspora, exalta el hombre pragmático entregado a su misión de soldado. El ciclo de la Filmoteca ha programado Los secretos, filme de Avi Nesher en la que dos mujeres jóvenes se rebelan ante la cultura ortodoxa que las reprime, y Medusa, con el que la pareja de escritores Shira Geffen y Etgar Keret ganaron la Cámara de Oro en Cannes 2007 entrecruzando tres mujeres diversas entre sí en una atmósfera onírica. Pero, a parte de Shira Geffen, no hay otra cineasta en el ciclo, que podría haber acogido a Keren Yedaya, autora de un filme sobrecogedor, Or, sobre una prostituta interpretada por la actriz y también directora Ronit Elkabetz, otra ausente.
Schweitzer cree que, además de la sensibilidad de las mujeres y del comentado traumatismo debido a la guerra, el nuevo cine de su país hace presentes aspectos de la sociedad israelí largamente ocultados: el multiculturalismo y la diversidad étnica, el tema religioso en su complejidad, las desigualdades sociales y las sexualidades no normativas. El ciclo incluye Muñecas de papel, ficción de Tomer Heymann sobre unos travestis filipinos que
Las mujeres, como protagonistas o directoras, juegan un papel fundamental en este nuevo cine
viven ilegalmente en Tel Aviv cuidando ancianos, y recupera la celebrada Caminar sobre las aguas, filme de Eytan Fox en la que un agente implacable del Mossad, buscando a un antiguo oficial nazi, conoce a un homosexual que lo turba. Y este fin de semana hay dos filmes viajeros que parten de Israel para recorrer Europa, sea buscando un hermano perdido durante la Segunda Guerra Mundial ( Suvenirim) o sea buscando saber sobre una mujer rumana muerta en un atentado suicida ( El viaje del director de recursos humanos, de Eran Riklis). El nuevo cine israelí da para mucho y, ante la desidia de las distribuidoras españolas, buena es la propuesta de la Filmoteca.