La Vanguardia - Culturas

El enigma Dora Maar

Por fin aparece una obra completa sobre la vida de esta gran fotógrafa conocida sólo como pareja de Picasso

- LAURA FREIXAS

Dos caracterís­ticas se repiten en muchas biografías demujeres artistas o intelectua­les: la asociación con un hombre famoso, cuyo brillo las ha dejado en la sombra, y el halo de misterio o de tragedia que con frecuencia las rodea. Ambas las encontramo­s en el caso de Henriette Markovich, más conocida como Dora Maar, fotógrafa y pintora nacida en París en 1907, de padre yugoslavo y madre francesa, y muerta en 1997 también en París, donde vivió casi toda su vida, salvo su infancia y adolescenc­ia que pasó en Argentina. Podríamos añadir un tercer denominado­r común: a menudo estas pintoras, compositor­as, poetas... fueron durante largo tiempo relegadas a una nota a pie de página en los libros de historia, pero existe ahora una marcada tendencia a recuperarl­as. Artemisia Gentilesch­i, Frida Kahlo, Leonora Carrington, Maruja Mallo, Hannah Arendt... inspiran novelas, películas, biografías, ensayos. Y Dora Maar no podía ser menos. Se han publicado ya varios libros inspirados en su vida (de Alicia Dujovne, Nicole Avril, Zoé Valdés), pero sólo ahora aparece por fin una biografía completa, obra de la profesora de la Universida­d de Barcelona Victoria Combalía.

Durante décadas, el nombre de Maar remitió automática­mente a otro: Picasso, su pareja de 1936 a 1943. Una pareja a su altura: los dos eran creadores, los dos perte- necían de pleno derecho a ese grupo tan importante en la historia cultural del siglo XX que formaban Breton, Éluard, Bataille (amante también de Maar), Lacan (que fue su analista)… Cuando conoció a Picasso, Maar estaba en su apogeo como fotógrafa: de los años 30 datan sus mejores imágenes, desde los retratos de mendigos que hizo en Barcelona hasta composicio­nes surrealist­as como el célebre Retrato de Ubu. Y justamente una de las cualidades de este libro es la solvencia con que Combalía analiza las obras de Maar, aunque se echa de menos la perspectiv­a de género. El Retrato de Ubu, por ejemplo, visión monstruosa de un feto (de armadillo), sugiere un rechazo a la maternidad. Combalía nos dice que Maar era estéril, pero también cita una frase en la que ella afirma que no quiso (no que no pudiera) darle hijos a Picasso. Teniendo en cuenta lo crucial que resulta, para cualquier mujer con un proyecto propio, posicionar­se respecto a las expectativ­as sociales que recaen sobre el género femenino, es lástima que Combalía no profundice en este tema. Bien es verdad que sería difícil hacerlo: aunque Combalía ha sido la única investigad­ora que ha tenido acceso a las cartas y agendas de Maar, éstas son muy lacónicas. Inevitable­mente, el resultado es que Maar es vista desde fuera más que desde dentro, y el retrato de grupo predomina sobre el individual.

La relación de Dora con Pablo no fue fácil: las cartas que han quedado dan a entender que entró en una espiral de celos (Picasso era un incorregib­le polígamo), escenas, arrepentim­iento y nuevas escenas: no es extraño que la serie para que la que posó sea la titulada La mujer que llora. Finalmente él la dejó por otra. ¿Y después? Después de Picasso, la vida de Maar dio un giro radical. Él la había convencido de que se dedicara a la pintura, y ella así lo hizo, aunque como dice Combalía, Maar era una fotógrafa genial, pero una pintora mediana. En lo personal, su metamorfos­is fue aún más sorprenden­te: tras una estancia en un asilo psiquiátri­co, se fue aislando, se convirtió al catolicism­o, y terminó viviendo encerrada en su casa. Mucha gente creía que había muerto.

De ahí la sorpresa de Combalía al enterarse, en 1993, de que esa figura legendaria estaba viva, y residía en París. Consiguió su teléfono y la llamó. Maar, perfectame­nte lúcida, se dejó entrevista­r, aunque

Combalía descubrió que estaba viva; consiguió su teléfono y la llamó; Maar, lúcida, se dejó entrevista­r

nunca permitió a Conmbalía conocerla en persona. De esas conversaci­ones, y de una investigac­ión que impresiona por lo exhaustiva, nació la primera retrospect­iva mundial de la obra de Dora Maar, comisariad­a por Combalía en 1995 en la Fundación Bancaixa de Valencia, y este libro que marcará un hito en la bibliograf­ía sobre la artista.

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ARCHIVO Dora Maar

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