Macchiaioli, un potente aire elegiaco
Los manchistas formaron un grupo radical e innovador que influyó en cineastas como Visconti; Madrid lo muestra
Los manchistas, i macchiaioli, llegan a la Fundación Mapfre en fecunda alianza con los museos de Orsay y de l’Orangerie de Paris. Las tres instituciones han reunido, con la ayuda inestimable de la Galleria d’Arte Moderna del Palazzo Pitti de Florencia y otras colecciones italianas, una muestra de unas cien obras pequeñas de grandes pintores. Poco conocidos quizá en- tre nosotros, los manchistas pasan por ser precursores del impresionismo. Y seguro que lo fueron. La exposición se subtitula como Realismo impresionista en Italia, muy adecuadamente.
Lo de manchistas fue en su origen un término peyorativo dedicado a estos pintores por los grupos más académicos, aunque también aludía a su técnica, al empleo de la mancha de color. Junto a eso, a es- te grupo radical e innovador lo caracterizan la utilización del pequeño formato y el desarrollo de la pintura al aire libre en los paisajes de la Toscana de la que en su mayoría provenían. De hecho, solían pintar juntos, y todas sus minúsculas tablas respiran parecida pureza, se llenan de color y luz sin dejar de tener un potente aire elegíaco.
Los temas preferidos son los paisajes, y en ellos se integra un costumbrismo de gran elegancia en el que caben monjitas y aguadoras, agricultores y caminantes, madres con niño y siempre paisajes, parajes siempre apaisados, habitados o desnudos, casi siempre tomados del natural en las inmediaciones de Castiglioncello, la localidad toscana en la que muchos de ellos habitaban o pasaban las vacaciones.
Artistas como Silvestro Lega, Giovanni Fattori, Adriano Cecioni, Telemaco Signorini, Odoardo Borrani, Giovanni Boldini o Giuseppe Abbati, nombrados aquí al azar, actuaron casi siempre de forma más o menos conjunta u organizada, y además de los temas comunes y las similitudes técnicas les unió una profunda conciencia social. Reunidos con frecuencia en el Caffé Michelangiolo de Florencia, su compromiso con la convulsa historia política de la Italia del siglo XIX fue más allá de la tertulia: muchos de ellos se alistaron como voluntarios en las guerras de la independencia; no sólo fueron soldados sino también artistas en el frente, lo que queda muy bien representado en uno de los capítulos de esta hermosa exposición. Fattori es probablemente quien mejor refleja el lado amargo del Resorgimento, y su pintura El jinete estribado (Lo staffato, 1880), aquí presente, un testimonio estremecedor.
La muestra concluye con las secciones dedicadas al retrato y a la afición precoz de esos artistas por la fotografía, y tiene un delicioso epílogo en una colección de seis obras de Mariano Fortuny. Aunque las relaciones del pintor de Reus con el grupo de los manchistas no fueron estrechas, los comisarios han creído oportuno añadir este final “por la proximidad de sus respectivas propuestas” y por la influencia que “este episodio personal en la obra de Fortuny tiene en la siguiente generación de artistas españoles, entre los que destacan Pinazo y Sorolla”. Y más adelante, su impacto llegará hasta cineastas del calibre de Visconti, como se puede apreciar en películas como Senso y El gatopardo.