La Vanguardia - Culturas

Historias de aparecidos

Los personajes de Isidre Grau, gente sencilla, combaten la desazón que provoca la vida contemporá­nea con una vuelta al pasado

- JULIÀ GUILLAMON

En los cuentos finales de El dia de l’incident, Isidre Grau (Cerdanyola del Vallès, 1945) habla de los aparecidos con quien ha compartido etapas de la vida y que un azar vuelve a poner en circulació­n, y de los hilos invisibles que unen a las personas. Son dos de los elementos principale­s de su último libro de cuentos que, por el tema, los personajes y el tono, se relacionan con su obra más ambiciosa: una panorámica en cinco novelas de la historia de una familia, que vive en todos los atascos de Catalunya en el siglo XX: del primer franquismo a la transición democrátic­a pasando por los viajes a la India de los hijos hippies.

A veces es el hijo de un pintor que daba clases al protagonis­ta, un amor de adolescenc­ia o el amigo je- músico que se tiró a la mala vida y que se refugia en una casa de reposo del Montseny, con una personalid­ad magnética para el escritor que atraviesa un mala racha. En la nota final, Grau explica que los cuentos son medio verdad, medio ficción, y no puedes superar la tentación de imaginar que cuando habla de profesores de dibujo es él mismo dando clases de catalán. Y que cuando al protagonis­ta le proponen de filmar una película sobre una novela de hippies de los setenta, vuelve a ser él negociando con un tipo los derechos de su libro Groc d’Índia. Puede que no, pero es la sensación que da.

He escrito otras veces que Grau es un narrador honesto, que ha creado un mundo literario que refleja sus inquietude­s. Ycomo tiene un carácter abierto y comprensiv­o, los cuentos se resuelven con ironía, ternura y condescend­encia. Creo que a veces le falta un poco de fuerza. Por ejemplo en el cuento que abre el libro, sobre una mujer atrapada en la trampa de una fiesta sorpresa: no le da la gana de transigir; huye del chalet donde le han montado la jarana y deja a todos pasmados. Te das cuenta desde el principio que no pasará nada grave. Grau escribe bien, pero le falta punta. Empezando por los títulos: Portes obertes, Un personatge real, Alguna cosa. No hay manera de que un título así te quede en la cabeza asociado a una historia. Para compensar se arriesga con soluciones narrativam­ente poco plausibles, como la alusión a la ruleta rusa.

De los trece cuentos del libro destacaría dos. Uno sobre un chico de casa bien que busca desesperad­amente dinero para hacer una película, ganar un premio, triunfar y poder escapar a su destino: hacerse cargo de la empresa del padre, que está a punto de jubilarse. La situación, con su carga de absurdo, tiene un buen nudo dramático. El otro es la historia de un hombre viejo de una masía, que cae de lo alto de una acacia cuando intenta recuperar una pelota que quedó colgada mientras jugaba con su nieta. Desde el suelo recuerda las fracturas y apoplejías que vaciaron de sentido y cambiaron el uso de la casa solariega. Grau no es insidioso y los dos cuentos acaban con una nota de discreta bondad.

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GETTY La Gran Vía madrileña
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JOSÉ MARÍA ALGUERSUAR­I Isidre Grau

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