Tratado de pasiones
En los años veinte del siglo pasado, la literatura argentina se podía resumir como el enfrentamiento entre dos bandos localizados en dos calles de Buenos Aires. Por un lado la calle Florida, céntrica, lujosa y cosmopolita, y en el lado contrario la calle Boedo, suburbial, llena de boliches y cafetines. Los de Boedo, revolucionarios, soñaban con transformar el mundo; los de Florida, vanguardistas, se conformaban con transformar la literatura. Fabián Casas nació y se crió en Boedo y hace profesión de boedismo, pero sabe que Borges y Arlt juegan en el mismo equipo.
Alpha Decay ha publicado su obra narrativa, una novela corta, Ocio, y un libro de relatos, Los lemmings y otros, y ahora Mondadori saca sus artículos, antes de que ninguna editorial de poesía española, misteriosamente, haya editado Horla City y otros, el volumen en el que Casas amontonó sus poemas publicados entre 1990 y 2010.
En Todos los ensayos bonsái no están todos los ensayos bonsái. Falta uno que deslizó dentro de uno de sus libros de poemas, Horla Ci- ty, y que se titula La media hora de Elvis Presley. Esto nos da una idea del escaso respeto que a Casas le merecen las etiquetas. Y como él mismo dice de varios libros de Elvio Gandolfo: puede que la morfología de estos ensayos sea la de la prosa, pero su información genética es la de la poesía.
Libros, cine, música y fútbol
Todos los ensayos bonsái es un tratado de pasiones: pasiones literarias, cinematográficas, musicales, y futboleras. Diferencia dos clases de libros: “los que sólo se pueden leer en la adolescencia porque trafican un romanticismo que después se vuelve ingenuo” (pone como ejemplo Sobre héroes y tumbas, de Sábato), y “los que nos convierten de nuevo en adolescentes mientras estamos bajo el influjo de su contagio”. Prefiere a Di Caprio antes que a Daniel Day Lewis, porque el de la cara de nene nunca actúa de más. Casas se manifiesta políticamente hable de lo que hable, por eso se queda con Pink Floyd frente a los Pistols y el punk programático, “un movimiento fascista sostenido por el odio”. Y dice de Messi que, a diferencia de Maradona, “tiene un problema difícil de digerir para los miles de carapintadas con Legacy. No es argentino. Es gracias a la Madre Patria y a los euros del Barcelona que el joven nacido en Rosario puede jugar en las grandes ligas”.